Hace ya algunos días, el medio digital Pájaro Político retomó por la vía de la libre interpretación una frase que el Presidente expresó en una de sus conferencias matutinas. La reproducción textual elegida por el medio daba a entender que López Obrador consideraba que, sin corrupción, el modelo neoliberal podría considerarse un buen modelo, “incluso perfecto”.
No era muy difícil advertir la tergiversación -intencionada o accidental, no importa-. Sólo hacía falta reproducir el video y comprobar lo dicho. Sin embargo, en las benditas redes sociales se necesita mucho menos que eso para encender la polémica que, en esta ocasión, se centró en la relación entre el proyecto de gobierno y el neoliberalismo.
Si bien la nota periodística es una anécdota que se pierde en el actual océano de desinformación, el debate suscitado deja en claro que es un tema importante que debe ser tomado con seriedad. Pues si el problema señalado por los críticos a la 4T es que habría una presunta continuidad del neoliberalismo bajo el gobierno obradorista, entonces significa en ambos lados existe un consenso respecto a que es necesario pensar una forma de organización social, política, económica y cultural alternativa.
¿Podremos organizar el debate? Creo que el nudo del “malentendido” apunta al hecho de que, si bien es fácil acordar en lo pernicioso que ha sido el neoliberalismo para el país, la alternativa es todavía difusa y por lo tanto, no tenemos todavía un buen patrón para medir el avance hacia este objetivo.
Un problema que impide que la discusión despliegue todo su potencial es la negativa de los “críticos” a considerar en su análisis la relación de fuerzas en la que el gobierno tiene que trazar su alternativa al neoliberalismo. Que los mismos que le exigen al presidente ir a fondo, sean los mismos que lo señalan por tener poderes plenipotenciarios no debe sorprendernos. Es precisamente porque creen que el presidente tiene una voluntad omnipresente y omnisciente que no entienden cómo es que todavía no vivimos en un orden post-neoliberal.
No hay que olvidar, como hemos dicho en otras ocasiones, que nos encontramos discutiendo estas cuestiones en las ruinas que ha dejado el modelo neoliberal. Que el gobierno, lejos de ser todopoderoso, apenas está reconstruyendo las capacidades estatales que le permitirán eventualmente modificar las relaciones con los poderes económicos. Que ni siquiera era capaz de cobrar impuestos.
Que el neoliberalismo ha modificado profundamente la cultura y que ha logrado asentar criterios sociales que se reproducen tanto en la administración pública como en la vida salvaje del “mercado”. Que cualquier modificación al estatus quo, por superficial que pueda parecer, ha merecido la férrea resistencia de los representantes de los factores de poder. Que no hace poco fuimos testigos de cómo un cabildero de una empresa transnacional se sentaba en el pleno en el que se debía discutir una reforma eléctrica.
Si no introducimos un principio de realidad que organice el debate, la polémica inevitablemente se perderá en el bullicio y en la crítica de salón.
POR ADRIÁN VELÁZQUEZ RAMÍREZ
@ADRIANVR
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