COLUMNA INVITADA

La guerra silenciosa que le dejaron a Biden

La campaña dirigida por Estados Unidos contra Daesh tiene como cuartel general la base militar de Al Udeid, en Qatar; ha quedado exenta de las severas restricciones impuestas por Arabia Saudí y sus aliados al resto del país

OPINIÓN

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Luis David Fernández Araya / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

La campaña dirigida por Estados Unidos contra Daesh tiene como cuartel general la base militar de Al Udeid, en Qatar; ha quedado exenta de las severas restricciones impuestas por Arabia Saudí y sus aliados al resto del país, pero una crisis prolongada podría tener consecuencias imprevistas y desviar la atención de la lucha contra el ISIS. Por otro lado, en Siria, si bien tanto Qatar como Arabia Saudí han forjado lazos con la oposición, Doha se ha inclinado más a financiar a grupos más inflexibles.

La rivalidad entre los patrocinadores de la oposición se contuvo cuando EE UU empezó a coordinar la llegada de armas e instaló centros de operaciones.

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Ahora bien, si Riad y Doha dejan de cooperar y dan prioridad a su particular pelea, la campaña podría resultar perjudicada y las luchas internas entre los rebeldes se agravarían. Por otra parte, Libia sigue siendo un país fracturado. Qatar, junto con Turquía, apoya a los grupos aliados de los Hermanos y las milicias islamistas que controlan Trípoli y el oeste, mientras que los EAU y Egipto dedican todavía más recursos a ayudar y dotar de armas a las fuerzas leales al general Haftar en el este del país. Por ahora, parece que Qatar ha reducido su apoyo, pero, si el pulso se prolonga y el país se siente presionado, la guerra subsidiaria entre Doha y Abu Dhabi podría intensificarse. Por último, Doha, Riad y Abu Dhabi han hecho importantes inversiones militares, económicas y políticas en el Cuerno de África. La postura neutral adoptada ante el conflicto por Etiopía y Somalia (aunque no por los gobiernos de sus estados federales, en especial Somalilandia) ha tenido una fría acogida en Riad y Abu Dhabi; si, como consecuencia, los EAU retiraran su apoyo a Somalia, asestarían un duro golpe a su gobierno, débil y necesitado de dinero. Por el contrario, Eritrea y Yibuti se han alineado con Arabia Saudí y los EAU, lo cual ha empujado a Qatar a retirar a sus más de 400 observadores del alto el fuego de Doumeira, la isla en disputa en el Mar Rojo.

El interés de los países del Golfo por el Cuerno puede servir para promover la estabilidad en la región, pero también puede tener el efecto contrario, sobre todo si obligan a sus socios del Cuerno a tomar partido y asumir posturas impopulares con los grupos locales.

En el momento de escribir estas líneas, no parece que los principales protagonistas estén dispuestos a ceder. Arabia Saudí y sus aliados han presentado una lista de demandas que es casi imposible que Qatar aceptara y que, de hecho, ha rechazado. La UE y sus Estados miembros podrían contribuir a apaciguar la situación. En circunstancias normales, EE UU haría una enérgica intervención, sobre todo ahora que quiere consolidar su asociación con el CCG contra Irán. Pero las circunstancias no tienen nada de normales, y en el Gobierno estadounidense hay discrepancias y confusión.

El presidente Trump dió su apoyo a Riad mientras los secretarios de Estado y Defensa recomendaban contención y medidas de apaciguamiento. A pesar de la ronda de visitas diplomáticas del secretario Tillerson, las reacciones de Washington, poco claras y contradictorias, han hecho que nadie esté muy seguro sobre su capacidad o su voluntad de resolver esta disputa.

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La UE y sus Estados miembros, en cambio, han hecho declaraciones relativamente consecuentes y constructivas.

Si la mediación de EE UU fracasa, Europa, y en especial Francia bajo el liderazgo del presidente Emmanuel Macron dadas las sólidas relaciones que ha tenido tradicionalmente el país con Riad y Doha, este podría intentar tener un papel más activo.

Deberían ser conscientes de las limitaciones, sobre todo mientras la posición estadounidense no esté clara, porque esa falta de claridad animará a los rivales a mantener sus actitudes actuales.

Pero, cuando las dos partes empiecen a cansarse del pulso y a buscar una salida, Europa podría emprender sus propios esfuerzos de mediación.

POR LUIS DAVID FERNÁNDEZ ARAYA
@DRLUISDAVIDFER

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