LA CURUL CIUDADANA

Inicia la rebelión. Napoleón: el cerdo*

La mayor parte de los acontecimientos más terribles de la historia moderna del mundo se dieron bajo regímenes totalitarios

OPINIÓN

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Jorgina Gaxiola / La Curul Ciudadana / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Napoleón es un cerdo, grande y salvaje. Organizó junto a su mejor amigo una rebelión.

Convocó a los miembros de la granja para levantarse en contra de sus opresores: los dueños. Cuando probó la miel de la comodidad, poco a poco esclavizó a los demás animales mediante la persecución y el terror. Los hizo trabajar para él y para la élite que lo vanagloriaba. Dejó de vivir en el lodo para dormir en la gran casa, en las camas con sábanas que un día maldijo.

Usó ropas de humano y terminó caminando en dos patas, no sin antes incumplir sus promesas y cambiando la Constitución para su beneficio personal.

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Resultó ser un bravucón, pero cobarde en el fondo, como siempre son los dictadores.

La mayor parte de los acontecimientos más terribles de la historia moderna del mundo han sucedido en los siglos XIX y XX. Se les han otorgado diferentes nombres: colonialismo, imperialismo, fascismo, nazismo, totalitarismo e incluso comunismo.

Sistemas políticos sustentados en la promesa de un cambio radical en beneficio de sus pueblos; en nombre de la revolución y en contra de sus opresores (quienes sea que éstos sean), pero todos coinciden en la eventual hambruna, esclavitud, abuso y exterminio sistemático de la población.

En el siglo XVIII, Luis XIV decía: “El Estado soy yo”. Napoleón Bonaparte defendió la República en contra de los regímenes autoritarios, conquistó más allá de Europa, pero finalmente se coronó a sí mismo emperador.

Y así otros. Leopoldo II, en el Congo; Joseph Stalin, en Rusia; Mao Zedong, en China; Hideki Tojo, en Japón; Adolf Hitler, en Alemania; Pol Pot, en Camboya; Muammar Gaddafi, en Libia; Saddam Hussein, en Irak; Idi Amin, en Uganda; Dinastía Il Sung, desde el abuelo, hijo y ahora nieto, al frente de Corea del Norte.

Y muchos más. Todos ellos exaltaron el orgullo nacional en contra de los extranjeros o de la aristocracia represora.

Diciendo siempre que eran hombres del pueblo, disfrazados de ropas sencillas. Sin duda, siempre víctimas de confabulaciones externas.

Siempre teniendo a un enemigo a quién culpar. Ellos iniciaron la rebelión atacando a las instituciones y a todos aquellos quienes pensaban diferente.

En una democracia, aunque sea básica, y en un orden republicano, la inmunidad parlamentaria es fundamental.

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El fuero constitucional es el privilegio que tienen los legisladores para ser dotados de independencia y libertad necesarias para exponer sus opiniones y emitir sus votos.

El artículo 61 de la Constitución Política establece que las y los diputados son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos, y jamás podrán ser reconvenidos por ellas.

Trágicamente para México, el titular del Poder Ejecutivo y los legisladores del partido en el poder han iniciado la rebelión en contra de la libertad parlamentaria.

(*Rebelión en la Granja, de George Orwell).

POR JORGINA GAXIOLA
JORGINAGAX@GMAIL.COM
@JORGINA_GAXIOLA

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