TODOS SOMOS MÉXICO

Ya no hay razas, pero sí racismo

Somos iguales y tenemos los mismos derechos. Todo lo que diga el superado estigma del racismo es falso

OPINIÓN

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Mauricio Farah / Todos Somos México / Columna InvitadaCréditos: Especial

En los siglos XVIII y XIX la llamada racionalidad científica difundía la escala jerárquica de las razas, es decir, había de razas a razas. Unas superiores y otras inferiores, unas indispensables y otras prescindibles.

La jerarquización racial, en la que todavía algunos creen, es cómoda porque da a los seres humanos un orden vertical y evita muchas discusiones: la naturaleza es la que coloca y descoloca, y en esa dinámica, lo que te toca, te define. 

Biología evolutiva, la llamaban. Los africanos estaban en el fondo. Y el hombre caucásico en la cumbre. Recibían de acuerdo con lo que merecían. 

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Esta desatino se sostenía 100 años después de que en 1776 la Declaración de Independencia de Estados Unidos comenzara afirmando que “Todos los hombres son creados iguales”, y aun cuando en Francia la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 estableció que “Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos” (*).

Tanto Estados Unidos como Europa se enorgullecían de tales avances, al tiempo que justificaban el exterminio de algunas poblaciones: hacia 1900 el racismo no era racismo sino una verdad que se enseñaba en las universidades de Estados Unidos y Europa.

Y es que con razas siempre había manera de explicar sin culpa la distribución de las oportunidades, del poder y de los bienes. Más aún, la existencia de razas y su jerarquización justificaban el colonialismo y la esclavitud.

De acuerdo con Charles Darwin (La extinción de las razas del hombre) las diferentes subespecies humanas estaban en lucha por la supervivencia, en la que la naturaleza actuaba extinguiendo las variedades menos favorecidas en la carrera hacia el progreso (La racionalidad delirante: el racismo científico https://bit.ly/3tjle0A). Décadas después el régimen nazi practicaría el genocidio sin más validación que su propio discurso.

La raza, como concepto y justificación, empezó a tambalearse cuando análisis de las proteínas contenidas en la sangre de diversos grupos poblacionales revelaron que no había razón para separar a los seres humanos en razas, y terminó de caerse cuando estudios genéticos demostraron que el ADN humano era común a todos los individuos en un 99.9 por ciento. No tenía sentido insistir en las razas. Lo que siguió fue reconocer la existencia del homo sapiens como una sola especie. 

La igualdad, que se había escamoteado con una ciencia al servicio de los grupos dominantes, vino a instalarse y reconocerse justamente a través de la ciencia.

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Somos iguales y tenemos los mismos derechos. Todo lo que diga el superado estigma del racismo es falso. Una enorme mentira que, afortunadamente, se ha quedado sin máscara.

Ahora estamos frente a otra calamidad: sabemos que no hay razas y sin embargo hay racismo. Tenemos mucha tarea. 

(*) Olyme de Gouges escribió en 1791 la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana.

POR MAURICIO FARAH
SECRETARIO GENERAL DE SERVICIOS ADMINISTRATIVOS DEL SENADO
@MFARAHG

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