TODOS SOMOS MÉXICO

La niña de la montaña

Ha creado preparatorias sustentables y ha transformado quién sabe cuántas vidas

OPINIÓN

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Mauricio Farah / Todos Somos México / Columna InvitadaCréditos: Especial

“Tienes que llorar el dolor, tienes que frustrarte con él, tienes que odiar con ese dolor, tienes que cuestionarlo, pero también tienes que liberarte de él”. Eufrosina Cruz.

Pues no. No quería y no quiso. Y nada pudo obligarla. Así es que su papá la acompañó desde Santa María Quiegolani, Oaxaca, hasta Salina Cruz, porque ella lo que quería era estudiar, no casarse a los 12 años, como su hermana mayor y como todas las mujeres de su comunidad.

Salieron del pueblo a las dos de la mañana porque les esperaba una caminata de 12 horas para llegar a Santa María Ecatepec, donde abordarían un autobús hacia su destino. 

Su papá iba adelante, de prisa, y la niña atrás, cargando la cajita de sus pertenencias. De cuando en cuando su papá volteaba para decirle: “Pues era lo que tú querías, ¿no?”

A la vuelta de 16 años, Eufrosina Cruz ganó la elección para ser presidenta municipal de Santa María Quiegolani, pero los hombres de la comunidad anularon su triunfo porque si era mujer no podía participar en una elección y menos ganarla.

En 2010 llegó al Congreso de Oaxaca y fue su primera presidenta. Luego, como diputada federal, impulsó una reforma constitucional para garantizar la participación política de las mujeres en pueblos indígenas, por encima de lo que pudieran establecer sus usos y costumbres, lo que también con su impulso se convirtió en un pronunciamiento de la Organización de las Naciones Unidas.

Antes y después de esas experiencias, ha trabajado en comunidades como educadora y directora, ha creado preparatorias sustentables y ha transformado quién sabe cuántas vidas a partir de su labor para “quebrar el círculo de la pobreza”.  

La mujer que cuenta la historia conoce perfectamente bien a la niña que comenzó preguntándose por qué las mujeres tienen que sentarse en el petate y los hombres a la mesa. 

Por qué las mujeres deben casarse a los 12 años, tener hijos y hacer tortillas para siempre. 

Por qué nada más los hombres pueden participar en política y pueden votar y ser votados.

En Los sueños de la niña de la montaña (Editorial Grijalbo, 2022) Eufrosina Cruz, indígena zapoteca, comparte su dolor, sus inquietudes, dudas, esfuerzos, convicciones, temores, alegrías, frustraciones y triunfos, y va dejando en el camino de su relato la voz que cuestiona y propone, que conmueve y libera.

Se trata de la intensa crónica de una pequeña que no se conformó con la inercia comunitaria que daba a los hombres todos los derechos y a las mujeres un destino repetitivo, sin opciones ni oportunidades de desarrollo.  

Una niña que quiso ir más allá de las montañas de su infancia a ver qué había detrás de ellas; una joven que nunca olvidó el camino de regreso a su pueblo; y una mujer que con rebeldía, un balón, un mezcal, una camioneta, un sueño y muchas lágrimas y batallas ha logrado despertar a comunidades enteras, reescribir el destino de su familia y contribuir a cambiar su pueblo, su estado, su país. 

POR MAURICIO FARAH
SECRETARIO GENERAL DE SERVICIOS ADMINISTRATIVOS DEL SENADO
@MFARAHG

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