POLÍTICA Y DIPLOMACIA SOSTENIBLE

Tercer aviso

Eran los años en que Estados Unidos había emergido como indiscutible vencedor de la Guerra Fría, que lo había enfrentado con la Unión Soviética durante casi cinco décadas, desde 1945

OPINIÓN

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Miguel Ruiz Cabañas / Política y Diplomacia Sostenible / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En noviembre de 1996 Caspar Weinberger, Secretario de Defensa de Estados Unidos de 1981 a 1987, durante la presidencia de Ronald Reagan publicó, junto con el periodista Paul Schweizer, un famoso libro titulado “La Próxima Guerra” (The Next War), en el cual analizó diversos escenarios “totalmente hipotéticos”, según sus propias palabras, que podrían forzar a su país a iniciar una nueva guerra contra otro país. El libro causó una gran polémica. Su propósito inmediato era criticar a la Administración Clinton por los recortes que había hecho a los gastos de defensa, tratando de demostrar que nuevas amenazas a la seguridad de Estados Unidos podían surgir en el mundo en cualquier momento.

Eran los años en que Estados Unidos había emergido como indiscutible vencedor de la Guerra Fría, que lo había enfrentado con la Unión Soviética durante casi cinco décadas, desde 1945. En 1991 la URSS se había desmoronado, y su lugar lo habían tomado quince nuevas repúblicas independientes, entre ellas Ucrania, Bielorrusia y Rusia. China estaba muy lejos de convertirse en la segunda economía del mundo y no representaba ningún tipo de rivalidad estratégica para Estados Unidos. 

Era un momento histórico en que la superpotencia estadounidense estaba en el cenit de su poderío militar, económico y político, viviendo sus dorados años de unipolaridad. Bill Clinton era presidente, y su mayor preocupación era defenderse del escándalo causado por las revelaciones en medios de su relación con Mónica Lewinski, y no amenazas hipotéticas a la seguridad de su país, que de verdad eran totalmente inexistentes en aquel momento.

El libro de Weinberger y Schweizer planteaba posibles escenarios de guerra entre Estados Unidos con países como Corea del Norte, Irán y China, entre otros. Pero, de forma sorprendente, también incluyó a México. Sí, los autores incorporaron a nuestro país en su selecta lista de conflictos que podrían provocar una intervención armada de Estados Unidos. En su hipotético escenario, en el que los autores recuerdan que su país comparte con México una frontera terrestre de 3152 kilómetros de longitud, una de las más extensas del mundo, consideraban la posibilidad de que un poderoso narcotraficante asumiera la presidencia de México, lo que significaría una amenaza intolerable para la seguridad de Estados Unidos, quien se vería forzado a intervenirlo militarmente para derrocar a ese presidente. 

El propio Weinberger cuenta que el gobierno mexicano de la época le recriminó que nos hubiera incluido en su lista de catastróficas especulaciones. Éste respondió que no estaba insinuando que en México existiera una situación como la que él describía en su libro, sino que había construido un caso totalmente hipotético pero que, si algún día se presentara una situación de esa gravedad, eso obligaría a Estados Unidos a intervenir. Los argumentos de Weinberger se pueden analizar en este video https://www.c-span.org/video/?76787-1/the-war 

La invasión rusa de Ucrania me ha hecho examinar si nuestro país pudiera ser víctima algún día de una agresión similar por parte de Estados Unidos. Creo que hoy esa posibilidad se antoja como remota, si no es que absolutamente imposible. Después de todo, México y Estados Unidos son hoy dos países no sólo amigos, sino socios y aliados, firmemente ligados por el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (TMEC), que enfrentan retos en comercio, migración, energía, medio ambiente, que exigen una estrecha cooperación para enfrentarlos exitosamente. El pasado nos une, y quizá el futuro nos unirá aún más. 

Pero la guerra en Ucrania me hizo recordar el libro de Weinberger, y en ese sentido en los últimos meses tenemos que registrar avisos inquietantes. 

El primer aviso, es el hecho de que en Estados Unidos sí hay sectores que manifiestan, cada vez más, una gran preocupación por lo que ven como avances en el control del territorio por parte de las organizaciones criminales en nuestro país. Destaca el hecho que Trump elogió abiertamente a Vladimir Putin al invadir Ucrania, enfatizando que Estados Unidos debería hacer lo mismo “en su frontera sur”, o sea con México. También sabemos, por los medios estadounidenses, que el equipo de Trump consideró la posibilidad de enviar a 250 mil soldados para “sellar” la frontera con México en 2020, y que la idea fue finalmente desechada cuando el Departamento de Defensa se opuso. https://www.nytimes.com/es/2021/10/19/espanol/trump-tropas-frontera-usa-mexico.html 

El segundo aviso provino del Jefe del Comando Norte de Estados Unidos, el General Glen VanHerck, quien en marzo del año pasado afirmó que “Hasta un 35 por ciento del territorio mexicano es considerado un espacio no gobernado, lo cual es aprovechado por organizaciones criminales para fomentar el tráfico, tanto de drogas como de personas”. VanHerck subrayó que de esa falta de control del territorio por parte del estado mexicano se derivaban situaciones difíciles de controlar para Estados Unidos, como el narcotráfico y la migración irregular.

El tercer aviso, en la misma línea que el General VanHerck, se produjo la semana pasada. El ex Procurador General en la era de Trump, William Barr, afirmó que el gobierno mexicano “ha perdido el control del país”, y que los carteles “cuentan con decenas de billones de dólares con los que pueden corromper a quien sea”. Barr también afirmó que las organizaciones criminales disponen de ejércitos y fuerzas paramilitares, y que temía que el gobierno mexicano podría optar por “compartir la soberanía territorial con los carteles”. 

Es notable que en ninguna de las manifestaciones de preocupación sobre la situación en México se considera la responsabilidad de Estados Unidos en el inmenso reto del narcotráfico y el crimen organizado en nuestro país. No mencionan la demanda de drogas ilícitas que alimenta al crimen organizado, en los dos países, con esos billones de dólares. Tampoco consideran el lavado de dinero en su territorio, o el tráfico ilícito de armas desde Estados Unidos hacia México que empodera a las organizaciones criminales. Pero es evidente que personas con alguna experiencia en las relaciones con México consideran que el narcotráfico y el crimen organizado están rebasando las capacidades del estado mexicano.  

Ningún alto funcionario de la Administración Biden está entre las voces que afirman que la situación en México está fuera de control. Los dos gobiernos han iniciado una nueva etapa de cooperación en materia de seguridad, comprendida en el “Plan Bicentenario”, coordinado por la Secretaría de Relaciones Exteriores y el Departamento de Estado. Esperemos que la ejecución de acciones concretas para detener al crimen organizado en los dos países alcance resultados concretos. 

Mientras tanto, en México tenemos que estar conscientes que el avance territorial de las organizaciones criminales en el territorio representa no sólo una amenaza creciente para la soberanía real del estado mexicano sobre el territorio, sino en forma creciente una preocupación en Estados Unidos y, por lo tanto, un reto formidable para la seguridad de las dos naciones. 

POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS IZQUIERDO
PROFESOR Y DIRECTOR DE LA INICIATIVA SOBRE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE EN EL TECNOLÓGICO DE MONTERREY
MIGUEL.RUIZCABANAS@TEC.MX
@MIGUELRCABANAS

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