Cualquier instancia que recibe recursos públicos está obligada a rendir cuentas de lo que hace con ellos. Los partidos políticos reciben cuantioso financiamiento público. Por ello, deberían estar obligados a proveer los mejores políticos para México.
Si usted trabaja en una dependencia del gobierno y quiere comprar lo que sea, desde un lápiz hasta un acelerador nuclear, está obligado a obtener las mejores condiciones para el Estado en cuanto a precio, calidad, financiamiento, oportunidad y hacerlo de forma transparente.
Estas mismas obligaciones deberían imperar para que los partidos políticos seleccionen desde un candidato a regidor en un municipio hasta un candidato a la presidencia de la República: deberían asegurarnos calidad, transparencia y oportunidad en cada reclutamiento. Debería ser escuelas de democracia que provean los mejores hombres y mujeres para el servicio público.
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En México se tiene que avanzar para que la asignación de recursos públicos de los partidos propicie una sana competencia. Incluso debería haber regulaciones asimétricas para evitar que el poder sustancial de un partido político aplaste la pluralidad de ideas.
En ese sentido sería necesario que el INE, u otro organismo si fuera el caso, adopte funciones como las de la Comisión Federal de Competencia Económica y se apliquen al “mercado” político, con la idea de reducir las malas conductas anticompetitivas que existan en él.
Los partidos son uno de los instrumentos principales de nuestra democracia y deben garantizar las condiciones de entrada a ellos, así como los mecanismos de transparencia para elegir a sus candidatos. Volviendo a la analogía de las contrataciones públicas no es lo mismo que las candidaturas se hagan por asignación directa a que se liciten de forma abierta y transparente.
Las elecciones primarias deberían ser abiertas y obligatorias para los partidos. Quien quiera ser candidato, debería ganárselo por ser la mejor o el mejor en una competencia, no por compadrazgo, amistad, contubernio o simple intercambio económico. Hoy, los candidatos son elegidos al dedazo, y por eso cuando llegan a los cargos terminan velando por intereses individuales o de grupo.
Por eso no promueven políticas públicas que vean por el bien común ni propician el desarrollo sustentable de la sociedad.
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En México se ha experimentado con claridad que el reparto de las candidaturas y puestos públicos entre amigos conduce al fracaso del país. Desde el actual grupo en el poder se ha dicho que se busca 90 por ciento de honestidad más 10 por ciento de experiencia, pero en la práctica esto conduce a 100 por ciento de fracaso para el bien común.
En este escenario es labor de los partidos políticos en general, pero de los de oposición en particular, fomentar, primero, el libre acceso a los partidos políticos, y segundo, impulsar la libre competencia y la transparencia de los procesos de asignación de candidaturas. Tenemos que encontrar a los mejores perfiles para construir una plataforma política que lleve por buen rumbo a México. Basta de financiar clubs privados que solo generan perdedores ricos y ganadores corruptos.
POR FAUSTO BARAJAS
ESPECIALISTA EN POLÍTICAS PÚBLICAS
FAUSTO1707@YAHOO.COM.MX
@FAUSTOBARAJAS
MAAZ
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