COLUMNA INVITADA

La disputa por la nación

Toda democracia entraña siempre una lucha, por el hecho de que las sociedades son plurales

OPINIÓN

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Arturo Sánchez Gutiérrez / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El Presidente de la República se encargó de mantener abierta la polémica sobre la llamada Casa gris, en la que habría vivido su higo José Ramón y su esposa, en medio de un presunto conflicto de interés.

Ante la pregunta de un reportero sobre una presunta campaña mediática en contra de su familia, López Obrador respondió que se trataba de una “disputa por la nación”, básicamente entre la postura política de su gobierno, en la que el poder sólo tiene sentido si se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás, y la postura de un bloque conservador, corrupto, una mafia que dominó el país durante 36 años.

Recordé el ensayo de Rolando Cordera y Carlos Tello publicado por Siglo Veintiuno Editores en 1981, y que precisamente se tituló México. La disputa por la nación.

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En su momento fue un texto refrescante, simplemente porque abría el debate sobre las diversas alternativas que enfrentaba México, con su historia nacionalista, en un mundo cambiante, con riqueza petrolera y crisis económica, todavía muy lejano del ímpetu democrático que llevaría a la creación del IFE, 10 años más tarde.

Cuarenta años después, el debate sigue abierto porque afortunadamente México tiene opciones y cada alternativa abre espacios para imaginar nuevas formas de desarrollo, en un mundo que también cambió.

En 1981 el neoliberalismo estaba en ciernes y reclamaba cambios estructurales y democracia.

Hoy los textos de referencia plantean un debate distinto. La democracia a nivel mundial enfrenta nuevos retos y el modelo de desarrollo no alcanzó a resolver problemas añejos de pobreza y desigualdad.

De ahí el texto de Steven Levitsky y Daniel Zibllat, titulado Cómo mueren las democracias, publicado en 2018 por la Editorial Ariel, que ayuda a centrar el debate en cómo proteger a las democracias de las tendencias autoritarias, dada la llegada de nuevos populismos electos democráticamente, en un mundo siempre cambiante.

Toda democracia entraña siempre una disputa por la nación, por el simple y sencillo hecho de que las sociedades, opiniones y estrategias son plurales.

Nunca existió un solo camino y las alternativas no son polares, sino diversas.

Pero el debate sólo tendría éxito si reconoce la pluralidad, se acepta el diálogo y la crítica, y se construyen políticas públicas con un mínimo de consenso.

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De esa manera, las tendencias autoritarias serían vencidas, sin que las mayorías perdieran su influencia.

El Presidente reduce la trascendencia del debate político a su esquema polarizador, que no dice mucho ni propone alternativas.

Qué bueno que haya una disputa por la nación y que se sumen todos los actores en la búsqueda de alternativas.

El proyecto del gobierno ni es único ni es perfecto y sí requiere de alternativas que lo harían más eficiente.

Ninguna transformación puede eliminar o modificar la historia, ni borrar todo el pasado.

El reto hoy es incorporar las virtudes de cada propuesta que genere, libremente y en democracia, la disputa por la nación.

POR ARTURO SÁNCHEZ
PROFESOR INVESTIGADOR, ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES Y GOBIERNO ITESM
@ARTUROSANCHEZG

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