DESDE AFUERA

Un país en crisis

Puede o no lamentarse que el motín del 6 de enero del año pasado haya ocurrido, pero a final de cuentas nada ha cambiado en Estados Unidos

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hoy se conmemora un año del intento de asonada que llevó a miles de partidarios de Donald Trump a atacar el Capitolio con la esperanza de obligar al Congreso a revocar los resultados de las elecciones presidenciales.

Y muchos estadounidenses, a derecha o izquierda, se preocupan por el futuro del país y su democracia.

Puede hablarse de miedo, porque en gran medida se trata de temores sobre lo que depara el futuro a un país que está en medio de enormes cambios demográficos y culturales, a pesar de los esfuerzos de algunos grupos (especialmente blancos protestantes anglosajones) para enfrentarlos.

Para una nación obsesionada con la raza, el inminente ascenso de las minorías étnicas —hispana, negra, asiática, etc.—, implica un reacomodo en su visión del mundo y sus prioridades. Y ciertamente el miedo al cambio está presente, sobre todo, en un país convencido de que enfrenta un nuevo y peligroso periodo político.

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El 6 de enero de 2020, una multitud irrumpió en el edificio del Capitolio, atacó a la Policía y detuvo temporalmente la certificación del Congreso de la victoria de Joe Biden.

Paralelamente, y como consecuencia de la división sociopolítica y cultural, Estados Unidos registra ahora cambios legales que facilitan que las personas lleven sus armas a cualquier lugar sin informarlo o sin tener una licencia, una mayor incidencia de prohibiciones de libros y quema de libros públicos, conversaciones sobre la secesión estatal, prohibición de la enseñanza de

Teoría Crítica de la Raza, continuas afirmaciones de fraude electoral en ausencia de evidencia y esfuerzos históricos para restringir los derechos de voto de las minorías raciales y étnicas.

Los estadounidenses están preocupados por el futuro, pero la realidad es que esa inquietud no parece alcanzar a la disposición a negociar, al menos según lo que hoy se ve en el debate público. Sigue siendo un país donde cada grupo tiene su verdad y cada bando político considera que su propuesta es la única que vale la pena.

Y sí, puede o no lamentarse que el motín del 6 de enero haya ocurrido, pero a final de cuentas nada ha cambiado.
Los estadounidenses siguen  divididos, sin importar lo que las investigaciones del Congreso y la Policía hayan puesto al descubierto respecto a las acciones de Trump, sus aliados y grupos de derecha inspirados en teorías de la conspiración.

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Hay una evidente pérdida de confianza en las instituciones, a comenzar en el manejo electoral y, evidentemente en el gobierno federal, el Congreso, el Poder Judicial y la Policía.

Pareciera como si se encontraran en un brutal ejercicio de autoexamen destructivo que revela sus problemas, pero donde cada bando cree que la única forma de resolverlo es que el otro ceda, no confían en lo que harán los otros y consideran de antemano como contrario a sus intereses.

Cual sea el efecto sobre su política externa está por verse, pero las posibilidades son preocupantes.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

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