ALHAJERO

Ansias presidenciales en Morena

El “destape” de Sheinbaum ¿estaba previsto, o la jefa de Gobierno pagó una novatada más?

OPINIÓN

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Martha Anaya / Alhajero / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Aún antes de las elecciones intermedias, la disputa entre los punteros: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, había arreciado en los últimos meses. El canciller, en una enésima labor de bombero, se posicionaba con la adquisición de las vacunas contra el COVID 19; y su equipo, ensoberbecido, giraba órdenes lo mismo a secretarios de Estado que a gobernadores.

Así fue hasta el colapso de la Línea 12 del Metro en la Ciudad de México (3 de mayo del 2021). A partir de ahí, Ebrard sufrió del maltrato presidencial. Dio varios pasos atrás y de entonces para acá actúa con sordina. Al igual que su equipo.

También hasta antes de la elección del 6 de junio pasado, el coordinador de los senadores de Morena se había reposicionado ante el Presidente y, particularmente dentro de su partido, al punto que le fue encargado realizar la operación cicatriz en todo el país, por las inconformidades que dejó Mario Delgado y su grupo en la selección de candidaturas.

Monreal iba viento en popa, como quien dice; pero se atravesaron los resultados desastrosos para Morena en la Ciudad de México donde, entre otras alcaldías, el partido en el poder perdió la Cuauhtémoc, gobernada en el pasado por el zacatecano.

Las huestes morenistas en la CDMX no tardaron en cargarle a Monreal la derrota. De la Cuauhtémoc. Lo acusaron de “traición”. López Obrador metió a Monreal en la congeladora y decidió enviar a Martí Batres (está a la espera el nombramiento) a la Secretaría de Gobierno de la capital para recomponer la situación rumbo a 2024. Rehacer el partido en la capital y cerrarles por completo el paso en la CDMX a Marcelo y a Monreal.

La jefa de Gobierno de la CDMX, por su parte, se había cuidado muchísimo de disgustar o disentir siquiera del Presidente. Todo le consulta. No hace nada sin su permiso. Avanzaba como nadie hacia la candidatura presidencial con el apoyo de AMLO. Recordemos tan sólo las loas de y frente a Dilma Rousseff en el Templo Mayor. Pero vino la caída del bastión capitalino hace un mes. La derrota de Claudia lo era –lo es– también de Andrés Manuel. El Presidente tomó cartas en el asunto directamente y fue en su propio rescate.

Ante ese escenario valga preguntarse cómo tomó López Obrador el animoso predestape de Sheinbaum, al grito de “¡Presidenta!”, el pasado 1 de julio en el Auditorio Nacional. Porque de tal acción, el mismo día en que el Presidente festejaba su triunfo electoral hace tres años, lo menos que se puede decir es que fue imprudente.

Monreal hizo bien en no ir. Era evidente que los morenistas capitalinos irían con la consigna de “cobrarle su traición”. A Ebrard le ayudó el andar de gira. Lo de Claudia ¿estaba previsto?, ¿desbarró?, ¿se la creyó?, ¿o fue otra novatada más?

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POR MARTHA ANAYA
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@MARTHAANAYA

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