COLUMNA INVITADA

El hombre que dice lo que piensa

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) dice lo que piensa. Enunciado evidente, pero en un medio electrificado por la polarización política es motivo de polémicas y controversias

OPINIÓN

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Onel Ortiz Fragoso / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) dice lo que piensa. Enunciado evidente, pero en un medio electrificado por la polarización política es motivo de polémicas y controversias. 

Tras seguir su trayectoria por años. En sus campañas para la gubernatura de Tabasco, en sus éxodos por la democracia y durante su presidencia en el PRD; como Jefe de Gobierno del entonces DF, en sus tres campañas presidenciales y ya como titular del Ejecutivo, AMLO dice lo que piensa, aunque no siempre sea verdad o lo más conveniente para el país.

La sinceridad del Presidente no es un dato menor, si se recuerda que la cultura política mexicana tiene como una de sus características la secrecía. Por sexenios, políticos y periodistas se empeñaban en desmenuzar los mensajes cifrados que "lanzaba" el Presidente en sus palabras, sus miradas y sus gestos. 

En esa cultura, lo mismo que en la mafia, al menos en su versión cinematográfica, decir lo que en verdad se pensaba era una debilidad. Como cuando, en la tercera parte de El Padrino, Mike Corleone reprende a su sobrino el impetuoso Vincent Mancini, al decirle "que nadie fuera de la familia sepa lo que piensas".

Con Vicente Fox, comenzó a tambalearse el mito de la secrecía presidencial, con López Obrador culminó su derrumbe. Para el Presidente decir lo que piensa, no es sólo una cuestión moral, sino una estrategia que le ha funcionado. La sinceridad le da fortaleza a su discurso a favor de los más pobres y en contra de la corrupción. No miente en su visión de la historia y de la situación del país; así ve a la oposición y a los periodistas que lo critican. 

La sinceridad lo pone en una situación de vulnerabilidad, porque no siempre tiene a la mano la mejor información, ni dispone de los datos más oportunos. Cierra la puerta a los cambios de opinión, no le concede a los adversarios ni un ápice de razón, lo cual le impide asimilar nuevas ideas que le permitirían ser mejor gobernante. En su entorno inmediato predomina la lealtad, legítima o interesada, pero dicha lealtad es un atributo insuficiente para un equipo que conduce un país de la complejidad del nuestro. No hay contrapesos de visiones en el gabinete, sólo grillas palaciegas.

La oposición sentada en su derrota desde 2018 se limita a tuitear desde el rencor. No se ha percatado de la sinceridad del Presidente y mucho menos, la ha utilizado a su favor. El discurso opositor se limita a la descalificación y al odio. Para la democracia y la vida pública es una ventaja que los gobernantes digan lo que piensan, pero su pensamiento debe estar sustentado en la realidad y no sólo en los deseos. En política no hay engaño, sólo engañados.

ONEL ORTIZ FRAGOSO

ANALISTA POLÍTICO Y ASESOR PARLAMENTARIO

@ONELORTIZ

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