ANECDATARIO

“ARTE CON ALMA" (Parte 2)

De inmediato llamé a Guillermo y le compartí lo acontecido

OPINIÓN

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Atala Sarmiento/ Anecdatario / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

El díptico misterioso creado por Guillermo estuvo colgado en la pared estrella de mi antigua casa durante un par de años. Se había adaptado al resto de la paleta cromática de los muebles que le daban carácter y esencia a mi hogar.

Tal y como compartí en mi columna anterior, el artista y yo íbamos teniendo comunicación de cuando en cuando y un día me compartió la triste noticia sobre el fallecimiento de su padre. En ese momento yo estaba trabajando fuera de la Ciudad de México, hecho que me imposibilitó acompañarlo en el funeral.

Volví de dicho viaje un par de días más tarde, en viernes por la noche; en cuanto abrí la puerta y entré, encendí las luces y lo primero que mi vista captó era ese cuadro que había sido el favorito del padre de Guillermo. Entonces se me estrujó el corazón.

El sábado al medio día estaba terminando de emperifollarme para ir a una comida cuando, de pronto, un ruido estruendoso registrado en la estancia de mi casa me provocó tremendo sobresalto y duda.

Temerosa y sigilosamente caminé por el largo pasillo que separaba las habitaciones de la sala. No tenía idea de lo que me iba a encontrar, pero por el escándalo que había generado, suponía que se trataba de algo muy aparatoso.

Terminé de recorrer el pasillo con el corazón palpitando aceleradamente. Me giré hacia la estancia y lo que me encontré provocó una inmediata reacción de escalofríos recorriéndome el cuerpo completo. Sentí un aire gélido colándose entre los muebles y me aseguré varias veces de que la vista no me estaba engañando.

Las dos láminas de madera que conformaban el díptico de Guillermo, se habían caído simultáneamente de frente quedando encima de la mesa de centro. Era exactamente como si la pared las hubiera escupido, vomitado o empujado al mismo tiempo y ambos lienzos se desvanecieran a la par en la misma posición y a la misma altura. Parecía como si alguien hubiera tenido el cuidado de hacerlas caer así para que no se dañaran con los bordes de una mesa de mármol y los respectivos adornos que alojaba.

De inmediato llamé a Guillermo y le compartí lo acontecido. “Guillermo, tu papá vino por su cuadro y me parece que lo justo es que vuela a tus manos, siento que vino a despedirse de él” le dije.

Guillermo no aceptó mi propuesta, solamente se sintió contento de saber que su papá me había ido a “visitar” a través de su arte.

Tiempo después hice una remodelación profunda en mi casa y cambié por completo la gama cromática de la estancia. El díptico con alma no podía seguir siendo protagonista y entonces fue a casa de mi hermana en donde tendría la visibilidad merecida.

Siempre supe que Guillermo dejó su alma en esa pieza. Su padre supo leerla, y estrecharla de forma inquebrantable entre ellos. Y es que al final de eso va el arte ¿o no?

POR ATALA SARMIENTO
COLUMNAS.ESCENA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@ATASARMI

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