COLUMNA INVITADA

¿Cartas para navegar una América Latina en turbulencia?

La precarización en las condiciones laborales, de seguridad e incluso medioambientales, así como la indignación contra élites corruptas, han desprendido una intensa energía social en las calles

OPINIÓN

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Rodrigo Morales Castillo / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

A las dificultades económicas y sociales se suma una turbulencia política que dificultará, al público atento, navegar por aguas tan  inciertas, sobre todo durante el “súper ciclo electoral” (2021-2024) que afrontará la región.

En los próximos cuatro años, 18 países latinoamericanos celebrarán elecciones presidenciales, cuyos resultados mezclaran la continuidad de élites con el arribo de una nueva generación de líderes que reconfigurarán sus sistemas políticos. En un espacio político donde se reproducen diversos elementos disonantes, ¿qué cartas náuticas deberá observar el análisis político de la región?

La prospectiva de recuperación económica y el manejo gubernamental de la pandemia,

los cambios demográficos, la politización de nuevos grupos sociales y la desafección ciudadana con la democracia y los partidos tradicionales, así como los viejos y nuevos clivajes y actitudes políticas que fragmentan el núcleo político, son algunas coordenadas que nos permiten orientarnos.

La huella dejada por el COVID-19 —ampliamente señalada por la CEPAL— no se circunscriben a la caída en la actividad económica, sino también a los duros retrocesos sociales que ensombrecen dos décadas de avances: la contracción del PIB per cápita (-8.5%), el crecimiento de la situación de pobreza (1 de cada 3 latinoamericanos) y de un segmento vulnerable, con ingresos de hasta tres líneas de pobreza (4 de cada 5), así como la ralentización en la reducción de la desigualdad, son indicadores preocupantes que se acentúan entre mujeres, pueblos originarios y jóvenes.

Ante este escenario, un primer punto de referencia para nuestra navegación está en la evaluación ciudadana sobre la situación económica y social y la respuesta gubernamental a la pandemia.

Otro faro que alumbra nuestra travesía está en los cambios demográficos y transformaciones sociales, producto del ciclo ampliación-contracción económica y la mayor exposición e interacción con el mundo, los cuales han reconfigurado la fisonomía societal latinoamericana.

Sociedades crecientemente urbanas y globalizadas, así como un importante segmento juvenil sin afinidad por partidos tradicionales, formulan demandas ante instituciones que han mostrado poca capacidad de adaptación y gestión de las mismas. Aunado a ello, la precarización en las condiciones laborales, de seguridad e incluso medioambientales, así como la indignación contra élites corruptas, han desprendido una intensa energía social, descargada en las calles, pero cuyo déficit organizacional y obstáculos de ingreso al sistema político vigente inhiben su conformación como fuerza política coherente.

Paradójicamente, al mismo tiempo que se activan circuitos atentos y demandantes, un bloque manifiesta amplía disociación, desafección y desinterés por la política, restándose de la participación ciudadana.

No obstante, lo que sigue gozando de buena salud son las antiguas divisiones partidistas e ideológicas, a las que se suman nuevas actitudes políticas, como bolsonarismo o lopezobradorismo, que crispan y polarizan la escena política, teniendo como corolario la dispersión y fragmentación del voto.

El resultado en la interacción de estos elementos marcará la pauta de cambio o continuidad dentro de los procesos electorales venideros. Queda en el navegante calibrar el peso de cada una de estas cartas de navegación.

RODRIGO MORALES CASTILLO
INTERNACIONALISTA
COLABORADOR

maaz