Haz tu denuncia aquí

Rodrigo Morales Castillo: Un nuevo contexto para la política exterior mexicana

Cuando un Presidente es amenazado por el Poder Legislativo, afloran varias cuestiones: la legitimidad de cada uno o la capacidad de remover al otro

OPINIÓN

·
El arribo de una nueva administración es un momento oportuno para reflexionar, revisar y evaluar la política exterior ejecutada durante las últimas décadas. Con el fin de contribuir al diseño de la que será la próxima diplomacia del ejecutivo mexicano, este ejercicio no requiere reinventar el hilo negro, sino partir del inventario de experiencias y activos acumulados por México en el mundo que faciliten la gestión de retos y la capitalización de las oportunidades que se derivan del actual contexto nacional e internacional. El amplio mandato electoral obtenido por Morena le ha otorgado un “bono democrático” que afectará todas las esferas de interés público. En materia de política exterior, además de las facultades constitucionales para diseñar y conducir ésta, AMLO contará con el respaldo legislativo y amplias capacidades para suministrar recursos a aquellas iniciativas que estén alineadas a sus preferencias. Este momentum político facilitará al futuro gobierno proyectar posicionamiento globales con alta credibilidad, legitimidad y respaldo interno sobre diversos temas de la agenda internacional, incluida la relación con los Estados Unidos. Una cuestión importante si se considera que el próximo gobierno tendrá que desarrollar una política exterior en un vecindario muy distinto al prevaleciente durante las últimas tres décadas. Si bien la política unilateralista y proteccionista de Trump no ha disuelto las fuerzas comerciales y sociales que conducen la integración entre nuestros países, sí marca una ruptura del paradigma que dominó la relación bilateral, dislocando la lógica y esfuerzos orientados a construir el proyecto geopolítico de "América del Norte". Bajo esta coyuntura, la diplomacia mexicana requiere encontrar un nuevo equilibrio en su ecuación que le ayude a amortiguar la variable estadounidense, desarrollando, actualizando, reforzando y profundizando vínculos económicos, políticos y de cooperación más allá de Norteamérica. La diversificación no es una barrera histórica infranqueable, pues “geografía no es determinismo”, sino una asignatura pendiente del país a la cual su clase política y económica, con una miopía geoestratégica preocupante, no ha puesto la suficiente atención. Un enfoque parroquial o anclado primordialmente en América del Norte es un contrasentido ante los retos nacionales e internacionales que hoy enfrenta México. El momento es propicio para articular una política exterior con visión estratégica de largo plazo. Además de las firmes bases internas con las que contará la próxima administración, México cuenta con cimientos en el tablero internacional sobre los cuales puede proyectar una política exterior asertiva, aprovechando las nichos que le ofrece un mundo en tránsito hacia una era post "Pax Americana". A través de la actualización de su red comercial, su pertenencia a distintos esquemas de integración, la defensa del sistema multilateral de comercio y el establecimiento de nuevas asociaciones económicas, así como de intensificar la concertación política y de cooperación en foros y mecanismos bilaterales y multilaterales, México puede construir, mediante acción colectiva, contrapesos suaves a las posiciones irreflexivas de la administración Trump, diversificar sus relaciones exteriores en beneficio de su desarrollo interno y contribuir a la gobernanza global en temas de interés como comercio, migración, cambio climático, desarme nuclear, entre otros. A partir de una visión integral, basada en una política exterior racionalizada, con una perspectiva global y con una alta dosis de compromiso, atención y continuidad, el gobierno entrante pueda hacer una aportación sustantiva en este esfuerzo de largo aliento. Rodrigo Morales Castillo *Analista internacional