ANECDATARIO

“Azúcar peligrosa"

No es fácil la vida del viajero frecuente. Aunque hay que reconocer que te ayuda a forjar una tolerancia, temple y paciencia de acero

OPINIÓN

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Atala Sarmiento/ Anecdatario/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

Durante muchos años tuve que hacer viajes continuamente por motivos profesionales, algunos eran trayectos largos y estancias cortas.

Uno de ellos me llevó hasta Santiago de Chile a finales de la década de los 90 en una cobertura que duraba solamente un fin de semana, de esas en los que se trabaja mucho y se duerme muy poco. El itinerario completo tenía una escala en la ciudad de Lima, Perú y en mi vuelta a México descubrí con gran disgusto que en el aeropuerto peruano me habían abierto la maleta y robado algunos perfumes que había comprado para mi colección.

¡Qué desapacible momento descubrir el hurto! Mi mente olfativa ya me había llevado a imaginarme dejando estela de los aromas novedosos que había adquirido, pero aún peor saber que alguien hubiera osado hurgar entre mis más íntimas pertenencias.

No había vuelto a experimentar la desazón de saber vulnerada esa parte hasta ahora que hice un viaje a mi natal México, a donde no había vuelto desde hace un año y medio.

Para mi retorno, decidí embalar mi equipaje con el plástico que protege las maletas.

Tenía una escala muy breve en Madrid y finalmente llegué a Barcelona muerta de cansancio.

Cuando los bultos de los viajeros comenzaron a desfilar por la cinta me percaté, con mucha sorpresa, de que una de mis maletas venía sin la envoltura por la que había pagado para defenderla de los azotones aeroportuarios.

Pasé de la sorpresa a la molestia cuando, al levantarla, noté que estaba llena de cicatrices, navajazos a los que alguien la sometió para cortar el plástico que la cubría. Estaba llena de heridas. Luego me dio tristeza que al llegar a la zona de aduanas me preguntaron de dónde procedía y, curiosamente, todos los pasajeros provenientes de México, y solo de allí, teníamos que pasar nuestro equipaje por los rayos X forzosamente ¡Vaya fama! Pobre México.

Con molestia compartí al guardia civil el que una de mis maletas venía sin la protección correspondiente. Amablemente me explicó que esa era una práctica de las autoridades mexicanas en el aeropuerto, sin relación alguna con la aerolínea por la que viajé, o la aduana Española. “Marcan las maletas, como la suya, con un plumón y las abren” me dijo al tiempo que me ayudaba a abrir mi maleta para revisar si me hacía falta algo.

Parece que abrieron mi maleta para comprobar que unos sobres de Stevia que traje, eran azúcar real y no otro tipo de “polvos”. El guardia civil y yo reímos al revelarse la razón. Pero la risa se me congeló cuando advertí que me habían robado un perfume.

Menos mal que me dejaron la dotación completa de azúcar; la suficiente pa endulzar el amargo momento de saberme robada.

POR ATALA SARMIENTO
COLUMNAS.ESCENA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@ATASARMI

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