El futuro de la que parecía olvidada idea de Norteamérica encontró una débil esperanza en el encuentro virtual del martes entre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.
El encuentro fue, sobre todo, dedicado a cuestiones bilaterales y estableció una serie de compromisos con el medio ambiente, con la promoción de pequeñas y medianas empresas con énfasis en las de mujeres y minorías étnicas, la revitalización de vínculos bilaterales en cuanto energía, cooperación militar y fronteriza.
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Pero hubo una mención pasajera al acuerdo comercial tripartita, y el anuncio de que "convinieron en trabajar para revivir la cumbre de líderes norteamericanos", como expresión de un renovado énfasis en la solidaridad entre Estados Unidos, Canadá y México.
Fue el primer encuentro bilateral formal de Biden, así haya sido virtual, en cumplimiento de una tradición que hace al primer ministro de Canadá el primer contacto internacional de un mandatario estadounidense.
Pero aún no hay embajador designado de Estados Unidos para México y el nuevo enviado mexicano a Washington, Esteban Moctezuma Barragan, está aún por llegar. Esas ausencias no impiden los contactos, pero son simbólicas.
Con todo, quizá sea posible ver con optimismo la posibilidad de resurgimiento de la idea de un bloque norteamericano, favorecido, sobre todo, por la llegada de un nuevo gobierno a los Estados Unidos, deseoso de reconstruir las alianzas deterioradas por el gobierno de Donald Trump, a comenzar por los vínculos con sus vecinos.
Pero no son pocas las voces que piden que el compromiso del gobierno Biden con el Tratado comercial México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) incluya la observancia de compromisos laborales y de medio ambiente que fueron promovidos por legisladores demócratas en el Congreso estadounidense y que son vistos como injerencistas por elementos dentro del gobierno mexicano.
Para el gobierno de Biden, se trataría de impulsar una cooperación regional norteamericana por el deseo de superar el "enfoque transaccional" de Trump hacia sus vecinos, que se reflejó en la renegociación del viejo acuerdo comercial regional para dar lugar al T-MEC, como paradójicamente también en las amenazas de imponer sanciones comerciales a México para obligar a detener el flujo de migrantes centroamericanos y lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador consideró como una actitud respetuosa hacia temas de política doméstica en México.
Lo cierto en todo caso es que el momento abre oportunidades. Las crecientes dificultades de los Estados Unidos y Canadá con China se reflejarán en el comercio, incluso en las cadenas de producción, lo que podría favorecer la inversión en México.
La verdad es que si Norteamérica casi desapareció del léxico político-diplomático regional, el proceso de integración se mantuvo y la crisis centroamericana y la pandemia de COVID-19 reforzaron la necesidad de cooperación.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
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