Visité ayer la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles de Santa Lucía. Lo que atestigüé fue absolutamente colosal y magno. Se trata de una monumental obra construida en tiempo récord, día y noche, por el más entregado y comprometido equipo de militares y civiles que jamás habría imaginado. A ellos debemos honor y respeto. Lo que están haciendo merece la admiración total de la sociedad y debería detonar un inconmensurable orgullo nacional.
En la visita tuve como anfitrión al general Gustavo Vallejo, quien está a cargo de la construcción y quien explicó a detalle la dimensión del proyecto y lo que ha implicado para los militares involucrados, quienes han entregado su vida ahí.
Los resultados son absolutamente sorprendentes: ya edificaron una ciudad militar completa, tres museos y una base militar; y están a 85 por ciento de la obra en el aeropuerto civil.
La terminal aérea estará lista para su inauguración el 21 de marzo próximo. En la visita se nos mostró el edificio terminal, la torre de control, la localización de las 99 posiciones de ala fija, el estacionamiento con capacidad para cinco mil 500 cajones, la zona de mantenimiento de aeronaves (MRO), el área de aviación general FBO, las pistas de aterrizaje, la zona de servicios aeroportuarios y el hotel principal, cuya velocidad de construcción es tan rápida que fue edificado a ritmo de un piso por semana. Ayer puse pie en la azotea de este hotel, que tiene unos ocho pisos y que será operado por la cadena Holiday Inn.
Quizá lo que más me marcó de la visita fue la muy auténtica forma en la que todos los militares involucrados se encuentran trabajando, así como el estoicismo con el que han soportado las más diversas agresiones y descalificaciones que todos los mexicanos como sociedad hemos vertido de una u otra forma contra este aeropuerto en construcción.
El general Vallejo refiere, por ejemplo, la forma en la que los parientes les llaman o envían mensajes para relatar lo que escucharon o leyeron, algún insulto adicional de parte de amigos, familiares o compañeros de escuela. Él responde siempre que hagan caso omiso de esas burlas, y que el tiempo les dará la razón, porque la única motivación que tienen para construir esta obra es su amor por México.
El tiempo ya les está dando la razón. La terminal aérea será inaugurada para dar servicio a 20 millones de pasajeros inicialmente, pero podrá llegar hasta a 85 millones.
Pocas palabras pueden describir lo que vi ayer. Quizá la más atinada es magnificencia.
Esta obra rebasa a cualquier crítica obtusa sobre el involucramiento militar en un proyecto de esta naturaleza. La grandeza de lo que están logrando los militares con este aeropuerto no la hemos visto materializada en lo que llevamos vivas todas las generaciones actuales de México. Debe reconocerse y aplaudirse.
POR CARLOS MOTA
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