El presidente Andrés Manuel López Obrador respondió a un pedido de ayuda del mandatario Pedro Castillo, de Perú, y envió al secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, para examinar propuestas, fortalecer el intercambio comercial y aconsejarlo.
No es necesariamente negativo, pero sí es meterse en camisa de 11 varas.
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Porque pese a lo que diga AMLO y las buenas intenciones que tenga o pueda tener Castillo, no es claro cómo se puede ayudar en una situación tan bizantina como la peruana.
Castillo tomó posesión en junio pasado y desde entonces tiene dificultades con el Congreso, donde sus aliados son minoría y enfrenta la oposición tanto de una derecha que puso en duda su elección como de una izquierda que demanda un gobierno más radical.
Perú se parece a otros países en cuanto a la polarización y la fragmentación política, pero se cuece aparte en términos de relación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo. Tanto que Castillo es el quinto presidente desde 2016.
Maestro rural, Castillo no era un desconocido en la política nacional, pero tampoco una figura señera, y fue electo en la segunda vuelta de unas elecciones que lo enfrentaron a la derechista Keiko, hija del expresidente Alberto Fujimori.
La izquierda regional saludó la victoria de Castillo, que se benefició en parte de la fragmentación del voto en la primera vuelta (con 18.9% del voto, fue el primero entre 18 candidatos), y del temor ante un posible triunfo de Fujimori en la segunda. Su triunfo fue por una mayoría mínima: menos de 45 mil votos entre 17 millones contados. Castillo obtuvo 50.125% de los votos frente a Fujimori, que logró 49.875%, o sea 8,835,579 votos contra 8,791,521. Y queda la duda de cuántos votos fueron menos por Castillo que contra Fujimori...
Para complicar más las cosas, hay 10 partidos representados en el Congreso, una sola cámara con 130 escaños. Perú Libre, el partido que respaldó a Castillo en las elecciones generales de 2021, ocupa 37 de ellos y ya en al menos una ocasión casi la mitad votó contra una medida de Castillo.
La fragmentación del Congreso favorece también una brutal lucha política, y de hecho, es el organismo responsable por la salida de los cuatro presidentes previos a Castillo, impugnados o bajo investigación por cargos diversos.
El primer intento por impugnar a Castillo ya ocurrió, y se quedó a seis de los 52 votos necesarios para defenestrarlo. Ese fracaso no implica que la oposición vaya a dejar de tratar, y se espera que haya otro intento en 2022.
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Castillo ha sido protagonista además de lo que un analista califica como "gobierno errático" y ahora enfrenta un escándalo por su presunta "interferencia" en ascensos para sus simpatizantes militares. Es en ese berenjenal en el que el presidente López Obrador se propone ayudar a Castillo, definido como un "izquierdista" con posiciones sociales conservadoras.
Y puede preguntarse si hubo consejo de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
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