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Conferencia mañanera y gobierno en la 4T

Julio Hernández dio en el clavo. Pero expuso una situación que tiene alcances que trascienden los términos de la comunicación social

Conferencia mañanera y gobierno en la 4T
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Al recibir un reconocimiento del Certamen Nacional e Internacional de Periodismo del Club de Periodistas de México, el columnista político Julio Hernández López, Astillero, señaló que el actual gobierno ha carecido de una verdadera política de comunicación social y que "se ha concentrado sustancialmente en la confección y difusión de la conferencia mañanera de prensa del Presidente de la República". 

Ciertamente, y con el respeto que profesional y personalmente se merece Julio Hernández, me tomaría la libertad de apoyar sus palabras, pero también de llevarlas un poco más allá.

Hernández fue muy específico al referirse al tema de la comunicación social, y subrayó que esa centralización en la mañanera ha resultado contraproducente para los propósitos e intereses de la Cuarta Transformación.

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Hernández, un partidario de la 4T, dio en el clavo. Pero también expuso una situación que tiene alcances que trascienden los términos de la comunicación social, convertida de hecho en método de gobierno y marco definitorio lo mismo en política exterior que en la de salud, igual en temas económicos que en las formas de actuar de los miembros del actual gobierno.

De hecho, en una generalización tal vez injusta, pareciera que el gobierno trabaja menos en busca de concretar un cambio propuesto que de halagar al mandatario y cumplir, o tratar de cumplir a rajatabla con las intenciones expresas en la mañanera.

En otras palabras, el problema de la 4T es la aparente  obediencia ciega a falta de pensamiento crítico; la lealtad de cartucheras al cañón, como si los dichos del Presidente fueran Ukases zaristas y como tales indiscutibles, inapelables, intocables e inalterables. Puede aceptarse sin discutir que las intenciones son buenas. Es difícil estar en desacuerdo con propuestas como abatir la corrupción, reducir o resolver la desigualdad económica y crear un país mejor para todos. Pero eso no ocurre simplemente con declaraciones.

La corruptela no desaparece por decreto. Es un problema generacional. La sustitución de estructuras existentes y programas en ejecución, por más fallidos que sean, toma tiempo y sobre todo, una idea clara de cómo y con qué se busca reemplazarlos.

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La principal consideración es que las intenciones no hacen políticas, ideales no resuelven problemas reales y los sueños no se convierten en realidad sino con trabajo, paciencia, convencimiento y negociación. Al menos así ocurre en sociedades democráticas o en las que hay juegos de intereses.

En 1958, el gobierno chino decretó la "guerra contra los gorriones", una de las cuatro plagas, junto con insectos y ratas, que agobiaban a la agricultura. Millones de chinos se lanzaron a la tarea y ganaron, pero la exterminación de gorriones favoreció la proliferación de langosta y la pérdida de cosechas. Más de 15 millones murieron de hambre.

Eso sí, con buenas intenciones. 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

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