Como balde de agua helada cayó entre los productores del campo la publicación del decreto presidencial para prohibir las importaciones de glifosato.
La promesa del gobierno federal a finales del año pasado era buscar gradualidad para tal negativa, en tanto se iba a buscar algún producto sustituto para proteger los cultivos. El diálogo no sirvió de nada.
Incluso en su momento el tema generó cierta división en el gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero al final prevaleció la opinión de los radicales.
Como imaginará el madruguete del Ejecutivo en pleno puente de Fin de Año sorprendió, en especial al Consejo Nacional Agropecuario (CNA), que preside Bosco de la Vega Valladolid, por el impacto que esto tendrá en la producción de alimentos, lo que al final se podría traducir en escasez, y luego inflación.
Para Cristian García de Paz, director ejecutivo de Protección de Cultivos, Ciencia y Tecnología (Proccyt), la publicación del decreto de marras significa un retroceso al campo mexicano, e incluso calificó la medida como una traición, porque como le decía el acuerdo entre gobierno y agricultura era por la gradualidad.
La prohibición para comercializar el herbicida fue impulsada por funcionarios federales de Semarnat, Conacyt y la Conamer, y como le digo amenaza con menores cosechas.
Entre los cultivos que podrían tener un franco descenso anote al maíz cuando se habla de presiones para elevar el precio de la tortilla, pero también figuran cítricos, tomate, café, chile y frijol, donde se estiman caídas hasta 40 por ciento en la producción, según estimaciones de Proccyt.
El glifosato es el herbicida más extensamente estudiado en términos de efectos en la salud humana y ambiental, y a la fecha existen más de 800 estudios científicos al respecto.
En el caso de México, el glifosato cuenta con registro de uso en más de 50 cultivos agrícolas desde 1975, y hasta el momento no existe evidencia alguna que pueda sustentar su uso, a decir de los hombres del campo.
Como sabe, de alguna forma el campo había sorteado el ajuste económico que trajo el COVID, y no disminuyó la oferta de alimentos, lo que ayudó a que la inflación regresará al final de 2020 a los parámetros fijados por el Banco de México que tiene como gobernador a Alejandro Díaz de León. Ahora el panorama es incierto.
Como le digo, el enojo de los productores organizados es evidente, y a decir de García de Paz, no fue casualidad que la publicación del citado decreto se haya realizado en pleno 31 de diciembre por la tarde, a escasas horas de concluir 2020 y enfatizó la medida como “un albazo dogmático-político” que no consideró los cientos de comentarios realizados por agricultores, investigadores y expertos en malezas en la consulta pública realizada por la Conamer.
El caso es que los agricultores están preocupados por el desabasto de glifosato, lo que ya es una realidad, porque la pérdida de sus cultivos tendrá graves consecuencias para México. Al tiempo.
POR ROGELIO VARELA
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