Columna Invitada

La Clínica es Nuestra: la derechohabiencia en el centro de las decisiones

Esto posibilita enfocarse en las particularidades socioculturales de la derechohabiencia. Al priorizar su participación directa en las decisiones, genera un espacio de negociación simbólica donde la salud pública deja de ser una prestación unilateral

La Clínica es Nuestra: la derechohabiencia en el centro de las decisiones
Martí Batres Guadarrama / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

El ISSSTE se suma al programa La Clínica es Nuestra. Esto no debe interpretarse sólo como una intervención física, sino sobre todo como una reconfiguración sociopolítica del papel de la derechohabiencia.

Esto posibilita enfocarse en las particularidades socioculturales de la derechohabiencia. Al priorizar su participación directa en las decisiones, genera un espacio de negociación simbólica donde la salud pública deja de ser una prestación unilateral.

La derechohabiencia no es una población homogénea, abarca desde trabajadores estatales en comunidades rurales hasta profesionales urbanos en posiciones de alto rango, quienes tienen dinámicas culturales y necesidades diferentes. Nuestra derechohabiencia está atravesada por múltiples tensiones: de clase, género, etnicidad y territorio. Las experiencias de los maestros rurales indígenas en una clínica del sur del país son profundamente distintas a las de los servidores públicos en la Ciudad de México.

Esta diversidad no solo implica desafíos logísticos, sino también simbólicos: ¿cómo garantizar que un programa logre responder a valores y demandas de una población tan heterogénea? La clínica es nuestra aborda este problema al crear un espacio de participación deliberativa, en el que los derechohabientes pueden expresar sus necesidades, convirtiendo a las unidades de salud en lugares que reflejan las realidades de cada región.

Y es que la diversidad sociocultural de la derechohabiencia exige un enfoque diferenciado. La Clínica es Nuestra no solo atiende problemas de infraestructura, actúa como mecanismo de redistribución simbólica y material: al dar voz a las y los derechohabientes en contextos marginados.

La infraestructura del ISSSTE ha sido concebida históricamente como un espacio funcional. Una burocracia definía las prioridades y los derechohabientes desempeñaban un rol pasivo. La Clínica es Nuestra plantea un cambio fundamental: convierte estos espacios en escenarios de reapropiación, donde las y los derechohabientes no sólo acceden a servicios, sino que también participan en su definición.

En términos materiales, esta reapropiación también asegura que las inversiones respondan a las necesidades específicas de cada clínica, con una asertividad que contrasta con las decisiones centralizadas, muchas veces desconectadas de las realidades concretas.

En resumen, el programa La Clínica es Nuestra representa no solo una estrategia para mejorar los servicios de salud, sino una reconfiguración de las relaciones de apropiación de los espacios públicos de atención a la derechohabiencia, lo cual refleja un cambio paradigmático en la gestión de la salud pública.

POR MARTÍ BATRES G.

@MARTIBATRES

DIRECTOR GENERAL DEL ISSSTE

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