DESDE FUERA

Del poder y la locura

Los ataques de Trump ya no sólo se dirigen a los demócratas sino que ahora incluyen a los republicanos

OPINIÓN

·
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

A sólo cuatro semanas de que llegue al fin de su mandato, el presidente Donald Trump parece habitar un mundo propio, paralelo, en el que sólo importan teorías y formulaciones para desconocer o revertir los resultados de las elecciones de noviembre último.

Como toda ciudad concentrada en la política, la capital estadounidense es una donde habitualmente circulan rumores grandes, pequeños, veraces y falsos. Pero los que trascienden ahora en torno a la salud mental del todavía jefe de gobierno son preocupantes.

Algunos afirman que todo gobernante habita en una burbuja a la que relativamente pocos tienen acceso y donde la información es filtrada y administrada por quienes se hallan a su alrededor, pero en el caso de Trump se habría llegado ya al extremo. 

Para Trump, afirman versiones publicadas, no parece existir otro tema que no sea el vinculado con planes para descartar las elecciones del 3 de noviembre, de propuestas para que los congresos estatales desconozcan las votaciones en sus respectivas entidades a propuestas de ley marcial a la requisa de todas las máquinas de votación usadas en los comicios.

"En una reunión del gabinete la semana pasada, pasó gran parte del tiempo quejándose de sus sospechas de fraude electoral", y sus referencias a la crisis de salud provocada por el COVID-19 han sido poco menos que inexistentes.

La más reciente idea trascendida es la de convencer a los legisladores republicanos para rehusarse a certificar la victoria de Biden el 6 de enero, cuando el Congreso Federal inicie sus sesiones con lo que es normalmente sería el formal reconocimiento del voto en el Colegio Electoral. 

Más complicado aún, según reportes muchas personas del entorno personal del mandatario han sido desplazadas por otras que, como su abogado Rudy Giuliani y la activista Sidney Powell, alimentan las posiciones más extremas.

Los ataques de Trump ya no sólo se dirigen a los demócratas, de Joe Biden o Nancy Pelosi, sino que ahora incluyen a todos los republicanos que no luchan por él tanto como Trump hubiera querido o considera necesario, incluso el vicepresidente Mike Pence, al secretario de Estado Mike Pompeo, el líder de la mayoría republicana en el Senado Mitch McConnell, y varios gobernadores.

"Es cada vez más errático", según señalamiento del predicador evangélico Pat Robertson, durante un sermón televisado el fin de semana. Paralelamente, algunos temen que Trump deje a su sucesor un gobierno empantanado en crisis y potencialmente comprometido, luego del nombramiento de leales ideológicamente comprometidos en puestos relativamente menores, pero estratégicos y no sujetos a reemplazo con el cambio de gobierno.

Hace algunas semanas se especulaba que la actitud de Trump fuera para retener la lealtad de sus seguidores y mantener el control del Partido Republicano y lanzar su candidatura presidencial en 2024.

Hoy se habla de un drama sicológico.

POR JOSÉ CARREÑO
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1