COLUMNA INVITADA

Leonardo da Vinci y su curiosidad insaciable. Primera parte

Fue un erudito que apenas recibió una instrucción formal, pero que se forjó un camino donde las artes y las ciencias no estaban separadas

OPINIÓN

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Bernardo Noval/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de México: Especial Créditos: Especial

En Vinci, cerca de Florencia en la región de Toscana, Italia, el 25 de abril de 1452, nació uno de los más grandes genios, Leonardo di Ser Piero da Vinci; quien a lo largo de 67 años de vida se convirtió en una de las personalidades más curiosas y polifacéticas de la historia. 

Da Vinci resumió el ideal renacentista del sabio de múltiples talentos con una sed de conocimientos y una curiosidad insaciable; su curiosidad nació de una inquietud intelectual, de una indagación universal y de una capacidad de asombro heredada de la infancia;  llegó al conocimiento de una manera diferente a la de sus contemporáneos, pues lo hizo a través de un método basado en la observación, la experimentación y la analogía, que ponía en cuestión las ideas aprendidas y las teorías inalterables. Fue múltiple y fue uno, y cada arista de su genio estaba determinada por las otras del conjunto. 

En estos cinco siglos se han escrito numerosas obras donde se interpreta a Leonardo como artista, se ha dicho mucho menos sobre sus ideas científicas y apenas después de la aparición de dos códices en la Biblioteca Nacional de Madrid en 1967, atrajo un gran interés entre los estudiosos por sus aportes;   ya que gran parte de sus descubrimientos los plasmó en sus manuscritos,  que hoy día son considerados verdaderos códices del conocimiento humano.

Los manuscritos de Da Vinci están trazados por lo general sobre hojas de diversos formatos en las que el texto y los dibujos alternan con la espontaneidad del momento y de la inspiración. Varios miles de pliegos constituyen ese vasto conjunto, y su clasificación por épocas y su ordenación por materias, puede decirse que todavía no ha terminado en nuestros días. 

Los dibujos, unas veces ilustran el texto y otras veces corresponden a párrafos trazados en páginas aparte; otras, finalmente no tienen relación con ninguno de sus escritos. Pero, lo que siempre ha llamado poderosamente la atención de los observadores, ha sido el alfabeto “secreto” que Leonardo Da Vinci empleó, casi sin excepción, para trazar sus escritos, pues Da Vinci tuvo la particularidad de haber hecho sus manuscritos de derecha a izquierda, debido a que era zurdo.

Hoy en día, sus textos se estiman en 15 mil páginas, de las que se conservan unas 7 mil. Hace años causó sensación Bill Gates al comprar el Códice Hammer, invirtiendo cerca de 25 millones de dólares en un manuscrito de apenas 72 páginas. Por otro lado, gracias a la colaboración entre la British Library y Microsoft, titulada  “Turning the pages”, se digitalizaron 570 páginas de Codex Arundel del artista italiano, que hoy es posible consultar gratuitamente y pasar las páginas del manuscrito de da Vinci como si se tratara de un libro real.

Leonardo Da Vinci fue un homo universalis, “hombre de espíritu universal”, un espíritu libre e independiente, rebelde, influyente en su tiempo y aún hasta nuestros días, mediante toda su obra. Un hombre completo del Renacimiento italiano, mas no el único, cuya energía expansiva, totalizadora, a veces inconstante, le hacía decir: "¡Siempre más lejos! Siempre hay que llegar más allá de donde estamos parados. Los únicos límites del espíritu humano son los que cada quien se impone". 

POR BERNARDO NOVAL
CEO MUST WANTED GROUP
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