Existen padecimientos que cuyos síntomas pueden llegan a confundirse con alguna enfermedad y en ocasiones, las personas suelen automedicarse y aún así, no ven mejoría.
Esto se debe a que no están bien informadas sobre lo que les está sucediendo o bien, asumen que se trata de algo menor y en los peores casos, lo minimizan hasta que empeora.
La realidad es que esto también sucede cuando se trata de parásitos intestinales, mejor conocidos como lombrices, que llegan a ser más comúnes en los niños ya que su sistema inmune aún se está desarrollando, además de las actividades que los hacen tocar superficies sucias y llevarse las manos a la boca.
Otra de las causas es tragar accidentalmente huevos de parásitos intestinales, los cuales son diminutos y pueden ser ingeridos a través de bebidas y alimentos contaminados o bien, mediante las manos al no lavarlas adecuadamente. Al cabo de unas semanas, los huevos brotan en los intestinos, maduran y se convierten en gusanos adultos.
Esta infección por un gusano u oxiuro llamado Enterobius vermiculari es el responsable de muchos casos de infecciones parasitarias intestinales. El oxiuro llega a alcanzar los diez milímetros de longitud y se caracteriza por su forma fina y su color blanco.
Algunos de los síntomas más comúnes son: comezón en la zona anal (especialmente durante las noches) o vaginal, insomnio, irritabilidad, agitación, dolor de estómago y náuseas ocasionales. Aunque también suelen no causar síntomas.
Para prevenir este tipo de infecciones es indispensable tener una óptima higiene personal y en casa, cambiar diariamente la ropa interior y de cama, lavar la ropa en agua caliente, cuidar la higiene en los alimentos que se consumen y algo fundamental, lavarse correctamente las manos antes de comer, después de ir al baño o de haber cambiado pañales.
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