La quinta entrega de la saga Indiana Jones marcará la jubilación de Harrison Ford como el famoso arqueólogo, que peleó contra nazis y comunistas en aventuras que lo llevaron a lo largo y ancho del planeta.
Creado por dos de las grandes mentes del cine comercial moderno, Steven Spielberg y George Lucas, se trata de una de las sagas más queridas del Séptimo Arte. Sin embargo, la persona real en la que estaría basada su protagonista tiene más sombras que luces.
Aunque tanto George Lucas como Steven Spielberg han señalado que Indiana Jones no está inspirado en nadie en particular, su vestimenta y algunos rasgos de su personalidad están inspirados en el personaje que realizó Charlton Heston en la cinta “El secreto de los Incas”, el cual pudo estar inspirado en el explorador Hiram Bingham III.
“El asesor técnico de la película era Albert Giesecke, quien era amigo de Bingham y director de la Universidad de Cusco en la década de 1910, por lo que lo ayudó en sus excavaciones y exploraciones.
“Indiana Jones no es necesariamente Hiram Bingham, pero Hiram Bingham fue usado para crear una serie de personajes y situaciones para ‘El secreto de los Incas’, lo cual influyó en la creación de ‘Indiana Jones y los cazadores del arca perdida’”, destaca el historiador Christopher Heaney.
“Descubridor” de Machu Picchu y coleccionista de cráneos
Hiram Bingham III nació en Honolulu, Hawaii, en 1875. Hijo de un misionero protestante, su infancia estuvo llena de privaciones. Hacia 1892, viajó con su familia a Massachusetts, donde se incorporó a la Universidad de Yale.
Sin embargo, los ahorros familiares no eran muchos, así que solo pudo pagar un año de estudios. Para terminar su carrera, Bingham tuvo que echar mano de ingenio y distintos trabajos que iban desde cocinero hasta vendedor de dulces.
Su fortuna cambió cuando, en 1900, se casó con Alfreda Mitchell, nieta del fundador de la prestigiosa joyería Tiffany & Co. De forma paralela, siguió estudiando en la Universidad de California en Berkeley y obtuvo el título de doctor en historia por la Universidad de Harvard.
En 1906, Bingham realizó su primera expedición a América del Sur, pues quería escribir una biografía sobre Simón Bolívar. Aunque no terminó ese proyecto, cinco años después haría un anuncio sorprendente: el descubrimiento de la ciudadela inca de Machu Picchu.
“Cuando Bingham llegó al lugar se encontró con gente que vivía allí. Además, muchos lo habían conocido y habían escrito sobre la zona anteriormente. Por eso, al principio, tuvo dudas sobre la realidad de su hallazgo.
“En su diario anotó que el descubridor de Machu Picchu era el agricultor cuzqueño Agustín Lizárraga, porque encontró su firma en el lugar. Pero en línea con el racismo de la época, no lo consideró digno de tal honor por ser (según él) un mestizo de piel oscura. Este argumento le permitió autodenominarse descubridor del Machu Picchu”, señala el doctor en historia moderna José Miguel Escribano, de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
En concordancia con las costumbres de la época, el descubrimiento de la ciudadela no se llevó a cabo con respeto. De hecho, se caracterizó por el constante saqueo de piezas precolombinas, lo que incluso llevó a una queja oficial por parte de las autoridades peruanas.
“El explorador extrajo enormes cantidades de restos arqueológicos del Perú. Las autoridades se lo permitieron con la condición de devolverlos 18 meses después, algo que no sucedió.
“Estas no eran las únicas prácticas dudosas del explorador. Bingham descubría ruinas incendiando la vegetación que las cubría. Trabajaba con cazatesoros. Y organizó una red de compra de huesos humanos. Lo que más le interesaban eran los cráneos, sobre todo si tenían anomalías o trepanaciones”, detalla Escribano.
A pesar de ello, Hiram Bingham conservó la fama de explorador intrépido hasta el final de sus días, e incluso le permitió optar a puestos políticos, como el de gobernador del estado de Connecticut.
“Indiana Jones y el dial del destino” estrena este 29 de junio en los cines de todo el país.