Manolo Noriega es uno de los actores que vivieron el inicio y el fin de la época dorada del cine mexicano. Con 217 créditos como intérprete, el profesional fue compañero de figuras de la talla de María Félix, Pedro Infante, Jorge Negrete, Ignacio López Tarso, entre otros.
La estrella fue parte de las últimas cintas sin sonido desde 1907, año en el que salió en los cortos El Pobre Valvuena, así como El San Lunes del valedor, aunque muchos de los materiales en los que participó se fueron perdiendo con el tiempo debido al paso del tiempo y el deterioro de los materiales con los que se elaboraban.
Durante su larga carrera que duró más de cuatro décadas, el artista se destacó por interpretar a sacerdotes, mayordomos o doctores, debido a su apariencia que le daba su ascendencia española.
Participó en proyectos como Chucho el roto, Dos tipos de cuidado, Genio y figura, entre muchas otras. Su último trabajo fue en la película Macario, donde se le permitió interpretar a un anciano enfermo. Aunque su nombre no sale en los créditos, recibió con esta labor su último cheque en la primera película mexicana que fue nominada a los Premios Oscar.
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El actor tuvo un triste final
Para entonces, la salud del actor también conocido como Manuel Noriega se encontraba decaída, por lo que después de actuar a lado de Ignacio López Tarso decidió retirarse del escenario.
Tenía entonces 80 años, de los cuales 37 los había ocupado para ser una parte medular de los dramas en los que participó. Pese a que nunca se le dio ningún estelar, el actor no se negó a hacer lo que bien sabía.
No es que no tuviera talento, sino que el también productor solía dedicar su tiempo también para escribir o dirigir las cintas. Dentro de sus realizaciones se encuentran El crimen del expreso, Bajo las nieblas de Asturias o Don Quintín el amargado; en cuando a los guiones que escribió están Hasta que llovió en Sayula, Madrid en el año 2000, La casa de Troya o La mala ley.
Un año posterior a su separación de los reflectores, el intérprete comenzó a sentir dolores de estómago cada vez más severos.
Estos eran síntomas de una úlcera gástrica, una llaga que puede aparecer en el intestino delgado, en el esófago o en el estómago y suele ocasionar un sufrimiento similar al ardor entre cada comida o en la noche.
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La falta de tratamiento oportuno hizo que esta condición derivara en una peritonitis, la cual aumentó el malestar que sentía, debido a que ocasiona un inflamación de la membrana que recubre a los órganos situados en el abdomen.
Este mal se debe a la perforación del apéndice, lo cual suele causar fiebres, náuseas, dolor o vómitos. Se puede atender con antibióticos, drenaje de la zona o una cirugía.
Sin embargo, para Manolo la visita al médico se realizó de forma tardía, lo cual hizo que no pudiera hacerse mucho para quitarle el sufrimiento o salvarle la vida.
Al final perdió la batalla un 12 de agosto de 1961. Sus restos, al igual que con figuras como Pedro Infante o Cantinflas, fue llevado al Panteón Jardín, donde descansa eternamente.
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