Manuel Palacios, mejor conocido como "Manolín" fue uno de los actores cómicos que no solamente fue parte de la época dorada del cine mexicano, sino que también fue uno de los que ayudó a forjar sus cimientos por medio de la actuación en carpas que se colocaban en distintos puntos de la capital mexicana.
El actor fue parte de 14 películas, dentro de las que destacan "Nosotros los rateros", "Fíjate qué suave", "Vivillo desde chiquillo", "Ahí vienen los gorrones", "Pobres, pero sin vergüenza" o "Las nenas del siete".
Desde el inicio de su carrera, el intérprete también se sostuvo con su trabajo como músico e inclusive era parte de un conjunto musical en el que tocaba junto a Ernesto Cortázar y Lorenzo Barcelata y el cual llevó por nombre Trío Alabama. Sin embargo, los celos profesionales hicieron que todos se dirigieran a rumbos diferentes.
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Se abrió camino con su talento
Después de trabajar en diferentes espectáculos como solista, fue encontrado por el actor Shilinsky, cuñado de Mario Moreno Cantinflas, con el que formó una pareja cómica que los llevó al estrellato. Los dos tenían una vida profesional sana, ya que ninguno le impedía al otro encontrar otros trabajos o buscar distintas oportunidades.
La vida le puso la más grande prueba a Manolín cuando las cuerdas bucales comenzaron a fallarle. Al principio se pensó que era por su forma peculiar de hablar e impostar la voz. Había ocasiones en las que trabajaba hasta 12 horas sin parar, por lo que para los especialistas de la época, era signo de un cansancio acumulado.
Los especialistas le dijeron que debía descansar más para evitar desgastarse más; no obstante, el músico fue necio a las recomendaciones y además de ser actor de doblaje se dedicó a cantar sin ningún tipo de precaución.
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Una enfermedad incurable
Las largas giras y los espectáculos de larga duración, así como el estrés de una vida laboral extenuante lo fueron orillando al consumo del tabaco, lo cual incrementaba el dolor que sentía. Durante los últimos años de su carrera solía hacer pausas para recuperarse y evitar sentir el dolor característico que solía sentir.
Al dolor le siguieron una serie de espasmos que lo molestaron durante los últimos días de su vida, pero el cual fue el primer indicio para que los médicos pudieran diagnosticarlo con cáncer de garganta.
El dolor que sintió hasta el último de sus días fue extremo a tal grado que llegó a gastar miles de pesos en medicamentos, especialistas y todo tipo de remedios para tratar de separarlo del sufrimiento. Pese a todos los intentos, el 25 de marzo de 1977 el actor terminó por ceder ante la enfermedad y murió.
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