La sociedad mexicana vive inmersa en una incertidumbre crónica, alimentada por una constante sensación de impunidad, desconfianza y vacío institucional. Casos emblemáticos siguen sin respuesta. Las víctimas se multiplican, pero las explicaciones se diluyen en el tiempo, en el discurso oficial o en el silencio.
Hoy se cumplen 31 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio, y seguimos sin verdad ni justicia. Más de tres décadas después, el país no ha sido capaz de cerrar esa herida con certeza. El crimen de Francisco “Paco” Stanley, que sacudió a México y expuso los vínculos entre poder, crimen y espectáculo, sigue envuelto en versiones contradictorias, sin un cierre creíble. Y hoy, ante los supuestos hechos ocurridos en el rancho Izaguirre, la sociedad simplemente no cree lo que el gobierno dice.
Esta desconfianza no es gratuita. Es el resultado de años de simulación, opacidad y uso político de la verdad. La ciudadanía ha aprendido a dudar, a sospechar, a llenarse de miedo. Porque la verdad oficial rara vez coincide con la realidad vivida.
La incertidumbre sostenida tiene consecuencias profundas: erosiona la cohesión social, alimenta la polarización y fomenta un desorden emocional colectivo. Cuando los ciudadanos no creen en sus instituciones ni en sus gobernantes, se rompe el contrato social que da estabilidad a una democracia.
Y lo más grave: la incertidumbre genera miedo, y el miedo es terreno fértil para el autoritarismo. La falta de certeza empuja a la sociedad a buscar soluciones inmediatas, aunque sean superficiales o peligrosas, a cambio de la promesa de orden o justicia.
Mucho debemos hacer para recuperar lo perdido. La confianza no se decreta, se construye con hechos. No bastan los discursos ni los montajes mediáticos. Se requiere verdad, justicia, rendición de cuentas y voluntad real para gobernar pensando en el país, no en intereses personales o partidistas.
Mientras las decisiones de quienes nos gobiernan estén orientadas al cálculo político, al encubrimiento o a proteger a los suyos, jamás habrá equilibrio ni paz social.
México necesita gobernantes que enfrenten los hechos, que rindan cuentas y que hablen con verdad. Porque una sociedad sin certeza es una sociedad vulnerable. Y una democracia sin confianza está siempre al borde del abismo. Así lo pienso, ¿y tú?
POR JUAN LUIS MONTERO GARCÍA
ABOGADO PENALISTA
@JUANLUISMONTERO
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