Un estadio superior al neoliberalismo, con 0% de aranceles en el comercio mundial es la apuesta de fondo del presidente estadounidense Donald Trump.
Su política de aranceles recíprocos responde a esa visión del magnate para que los gobiernos de los Estados-Nación se hagan completamente a un lado en materia de intercambio de bienes, productos y servicios para instaurar el imperio de la competitividad, donde el magnate cree llevar ventaja.
Es decir, que el capitalismo salvaje que representa el neoliberalismo dé un salto cualitativo y cuantitativo hacia un supra liberalismo que vuelva obsoleto al Estado como máximo ente regulador de las economías locales, y se convierta en mero instrumento facilitador de ese modelo económico y mercantil.
Ya lo dijo con todas sus letras el consejero superior de Trump, Elon Musk, al comentar sobre su idea de la relación que deben llevar Estados Unidos y Europa: “a mi parecer, idealmente deberían avanzar hacia una situación de aranceles nulos, creando una zona de libre comercio entre Europa y Norteamérica”. Por eso Trump habla de que su bombardeo arancelario es “una revolución económica” que “vamos a ganar”, y pide a los estadounidenses mantenerse firmes ante los efectos adversos que está provocando.
“No será fácil, pero el resultado final será histórico. ¡Vamos a hacer que Estados Unidos sea grande otra vez!”, arenga Trump, en la convicción de que ningún país soportará esa agresiva carga impositiva y cederán ante sus intenciones de eliminar cualquier tipo de gravamen.
Porque en su idea de mundo perfecto, el magnate y su asesor buscan que la acumulación de riqueza se concentre principalmente en su país, restaurando el prestigio del Made in USA, que cayó prácticamente en desuso con el boom de la globalización.
Pero el efecto logrado por Trump hasta ahora ha resultado todo lo contrario. En apenas 48 horas, el mercado bursátil de su país perdió 6.6 billones de dólares, equivalentes a tres veces el tamaño de la economía mexicana. Además, le estallaron protestas masivas en los 50 estados de su país, repudiando su política arancelaria.
Por otra parte, China, el gigante asiático, más allá de acobardarse, le aplicó el ojo por ojo, imponiendo un arancel de 34% a productos estadounidenses, y la Unión Europea, conformada por 27 países, dará a conocer su respuesta a Trump el próximo miércoles. Contrario a su objetivo, el mundo parece estar inclinándose por regionalizar el libre comercio, en aras de mantener las reglas mercantiles y económicas que se impulsaron y se expandieron desde la década de los 70.
Ante ese escenario, el único instrumento útil y provechoso para Estados Unidos resulta ser el T-MEC, el tratado comercial con México y Canadá, sus socios no imposibilitados para refrendar o acordar tratados similares con otros países y regiones.
Y por ahí, el Make America Great Again, se le puede transformar en Make America Fail Again.
POR: RAYMUNDO SÁNCHEZ PATLÁN
RAYMUNDO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@R_SANCHEZP
MAAZ