Desde afuera

La apuesta de Trump

La idea de usar aranceles como "colchón" para compensar por ingresos fiscales que pueden perderse por recortes de impuestos domésticos no es nueva

La apuesta de Trump
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

La principal tarea política de un presidente de Estados Unidos es asegurar la prosperidad económica del país y al imponer una política de aranceles a productos importados el presidente Donald Trump hizo una apuesta arriesgada.

La idea de usar aranceles como "colchón" para compensar por ingresos fiscales que pueden perderse por recortes de impuestos domésticos no es nueva. Históricamente los aranceles fueron la principal fuente de ingresos del gobierno federal hasta 1913, cuando se autorizó el Impuesto sobre la Renta.

Pero los aranceles son también un impuesto nacional sobre las ventas. Los consumidores pagan los aranceles mediante precios más altos, y los ingresos se destinan al gobierno federal. Los ingresos provenientes de los aranceles, o al menos eso creen el presidente Trump y sus aliados, ayudarán a compensar las reducciones en impuestos a causantes domésticos.

Pero muchos críticos de Trump creen que sus políticas pueden convertirse en un factor negativo y auspiciar una recesión económica.  De hecho, en los últimos días se han registrado bajas en la Bolsa de Valores, pérdidas en los índices de confianza del consumidor y aunque no directamente vinculados con los aranceles, pero sí con la suma de las propuestas políticas de Trump, un descenso en la aprobación del mandatario y lo que aquí se toma como avisos de problemas a la vista.

Los recortes al gasto público con el consecuente recorte masivo de empleados y servicios federales, junto con la deportaciones de migrantes, a veces de manera ilegal, no ayudan: el impacto de la a veces errática reforma del gobierno iniciada por Trump se resiente en políticas de atención a la salud y servicios sociales, mientras la política anti-migrante se traduce en menos trabajadores en un país donde la mano de obra nativa envejece.

Paralelamente, la imposición de aranceles llevó ya a varios países a responder con gabelas propias a los productos estadounidenses, y a nivel político internacional Estados Unidos desempeña el papel de villano frente a sus más cercanos aliados y socios comerciales, de Canadá y México a las naciones europeas. Claro que en principio no parece importar porque ninguno de ellos vota en las elecciones estadounidenses, pero la suma de problemas no es políticamente alentadora.

Cierto que las propuestas políticas de Trump son el sueño de la derecha estadounidense desde hace más de un siglo y le garantizan una base sólida. Pero es correcto recordar que la prosperidad económica es la base de la oferta política de EU.

En 1980 el republicano Ronald Reagan destrozó al presidente demócrata James Carter al preguntar a los votantes: "¿están mejor que hace cuatro años?". Durante la campaña electoral de 1992, el entonces candidato demócrata Bill Clinton usó el lema "Es la economía, estúpido" como mantra político para derrotar al republicano George H.W. Bush.

La ideología es importante, pero la situación de la economía define a los ganadores.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS   

COLABORADOR    

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM                                                    

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