Malos Modos

Teuchitlán: enterrar a los enterrados

La verdad, y el oficialismo debería entenderlo ya, es que el horror de Teuchitlán no va a ser silenciado

Teuchitlán: enterrar a los enterrados
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Hay unas ganas locas de enterrar la historia del Rancho Izaguirre, de mandarlo al olvido y pasar a lo que sigue, y no se puede.

Los intentos más grotescos son los de Noroña. Porque le está hablando a los radicales del universo chairo con vistas a quién sabe qué puesto de elección popular que muy probablemente solo exista en su cabeza, o por fanatismo fidedigno, o por una mezcla de ambas cosas a partes más o menos iguales, se ha empeñado en repetir que lo de Teuchitlán es un, dice, “campañón”. Ya da oso. Contra lo que dicen todos los medios importantes del mundo e incluso el gobierno federal al que dice que apoya y que va a promover –en clase business– a Francia, habla, sin muchos detalles, de un compló de la derecha que no hay manera de creerse, para empezar porque en este país, tristemente, no hay derecha con capacidades para complotar.

Los intentos más inútiles, a su vez, vienen de los sujetos que el oficialismo promovió como reporteros o periodistas, en realidad parte bastante bochornosa del aparato de propaganda del régimen, que fueron a Teuchitlán, en los camiones fletados por la Fiscalía de Jalisco a instancias de la FGR, a certificar que el rancho no era un campo de exterminio. En otras palabras, los mandaron, con la nula autoridad moral o periodística que los distingue, a enfrentar la versión de las organizaciones de búsqueda, que tienen, por el contrario, una legitimidad y una aceptación entre la ciudadanía que no encuentra competencia entre malos influencers, o lo que sean, evidentemente a sueldo. Fue un dispendio. No cuajó ni por asomo, salvo seguramente en el círculo de los mismos fanáticos a los que les habla Noroña. Que es de lo que no se trataba, con el escándalo de los desaparecidos escalando, en México y en el mundo, exactamente al nivel que debe escalar: altísimo.

Los intentos más tiernos, más ayññññ, son los del oficialismo tibio, que intenta no quedar como un monstruo con declaraciones tipo Noroña, pero se empeña en convencernos de lo imposible: que el licenciado López sí que atendió a las madres buscadoras, con ese humanismo mexicano, pero que heredó un problema demasiado grande del neoliberalismo. Por Dios.

La verdad, y el oficialismo debería entenderlo ya, es que, porque el licenciado López amparó al crimen organizado como nadie, porque la herencia de ese sexenio es más más asesinatos y más desaparecidos que nunca, es decir, porque México es un sembradío de huesos, calcinados y no, el horror de Teuchitlán no va a ser silenciado. Que lo que les queda es agarrar al toro por los cuernos, con detenciones y declaraciones claras como la de Harfuch, que dejó en ridículo a Noroña y el resto de los encubridores, y sin tratar de escabullirse con sutilezas semánticas como que eso no fue un exterminio. Lo fue, de hecho y de nombre.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

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