Malos modos

Peje Blinders

Tienes al héroe- galán: policía, hijo de policías y militares, que parece decidido a enfrentar la criminalidad y la corrupción, sobreviviente a mil

Peje Blinders
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Ahora que va a caerle una buena lana al país por la inversión anunciada por una plataforma de streaming, una de primerísimo nivel, va una idea matadora: la serie definitiva sobre las conexiones de la política, el crimen organizado y los sindicatos en nuestro país, hoy.

El esqueleto de la historia, con sus protagonistas, está ahí.

Tienes al héroe- galán: policía, hijo de policías y militares, que parece decidido a enfrentar la criminalidad y la corrupción, sobreviviente a mil y un operativos e intentos de asesinato.

Tienes al fascineroso vulnerable que se lanza a los chingadazos con los opositores, pero tiene el corazón achicharronado porque sí conoció el amor y, tristemente, ahora también el desamor, mientras lee o más bien recita poesía en plan “Mamá, soy Paquito”. El poeta-guerrero del subdesarrollo mexicano, con sus 42 grados, sus mosquitos y su humedad del 140%.

En consecuencia, tienes también la historias de pasiones e infatuaciones que necesita cualquier serie de la mafia digna del nombre.

Tienes, cómo no, al líder gremial que  acaba por venderse sin pudores al aparato de gobierno, y al rival, el del otro sindicato, que ya estaba con el gobierno y viaja en aviones privados, cría toros de lidia y hace visitas al Vaticano.

Tienes al famoso en franco declive pero igualmente famosísimo, una estrella del deporte en este caso, que acaba metido en escándalos mediáticos mes sí, mes también, por presuntos horrores intrafamiliares y por su tendencia a fotografiarse con todo mundo, incluidos algunos criminales de altos vuelos. Bueno, y por acusaciones varias de corrupción.

Tienes al político cinicazo, frío, hipocritón, veterano de mil batallas, chapulín eterno, que lee y canta, cultísimo él, pero que sobre todo controla a los legisladores de su bando como quien controla un jardín de niños, pacta hasta con el diablo y, sin perder nunca la calma, se la aplica a quien se la tenga que aplicar. El Maquiavelo de Fresnillo.

Hay, claro, generales truculentos, espías y jueces gringos, conexiones con Rusia, infiltración de los cubanos, socios colombianos, migrantes, rumores de terroristas islámicos y enredos diplomáticos de toda índole. Es decir, hay una dimensión internacional de la historia, para recordarnos que México es parte del mundo, e importante.

Hay, faltaba más, y esta es la clave de la historia, una dinastía política que empieza con el patriarca, con el Supremo, con el caudillo de caudillos, hoy jubilado pero, sabemos, no realmente, y que se extiende a un par de cachorros de ese Rey León que dan pasos firmes en la complicada guerra de la grilla, más otro que no da una: el hermano frágil, roto, inútil, que se beneficia del poder cosechado por el resto de la familia.

Lo que falta, claro, es encontrarle un nombre a la serie. Tras vez “Peje Blinders”.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

MAAZ

 

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