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Enfoque migrante

El día llegó. El primer presidente con cargos criminales en la historia de los Estados Unidos ha vuelta a la Casa Blanca. Las redes, noticieros y diarios están llenos de imágenes

Enfoque migrante
Azul Etcheverry / Claraboya / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

El día llegó. El primer presidente con cargos criminales en la historia de los Estados Unidos ha vuelta a la Casa Blanca. Las redes, noticieros y diarios están llenos de imágenes de su rostro y textos enteros sobre sus polémicas ocurrencias. No quisiera dedicar más que un párrafo para él. Quiero cambiar el enfoque a un enfoque migrante.

Ellos han sido el principal blanco de sus ataques, quienes han tenido que dejar su casa, en muchos de los casos, no queriendo irse, ellos quienes emprenden un viaje complejísimo y en el que ponen su vida en riesgo y que, aun cuando llegan a su “destino seguro”, siguen sin sentirse así, siempre atacados con etiquetas de “foraneo”, “indocumentado” o “ilegal”.

Las últimas dos siempre han llamado mi atención. Reflexionemos sobre la primera. “¿indocumentado?”. El estatus migratorio es una cosa, pero el Estado mexicano, a través de la red consular más grande, robusta e importante de un país en otro (ningún país tiene mas representaciones en Estados Unidos más que México con 53), se encarga de emitir documentos como el pasaporte (válido a nivel mundial y ante cualquier autoridad e institución) a miles de mexicanos todos los días.

Lo curioso es que esta etiqueta desaparece a la hora que nuestros migrantes quieren abrir una cuenta bancaria para resguardar su dinero en instituciones estadounidenses, de ponto, son personas documentadas de pleno derecho. Lo mismo sucede cuando hacen sus trámites para pagar impuestos para que así

Estados Unidos pueda recibir más de 11 mil millones de dólares cada año. “¿Ilegales?” Para empezar, según la Organización de Naciones Unidas y la misma retórica de Derechos Humanos, estipula que no existe ninguna persona en el mundo que sea “ilegal”, sea de donde sea y se encuentre donde se encuentre. El término es usado en un intento malintencionado por privar a alguien de sus derechos básicos o hacerle creer que no los tiene. Y esto es particularmente contradictorio cuando observamos que hay personas de las mismas agencias gubernamentales que trabajan todos los días por defender los derechos de los migrantes. El Departamento del Trabajo, por ejemplo, atiende y resuelve los miles de casos de salarios no pagados de nuestros connacionales al igual que el de cualquier ciudadano.

¿Puede una comunidad que aporta tantísimo a la dinámica económica incesante de Estados Unidos ser etiquetada como “ilegal” ? ¿Pueden llamarlos así cuando las contribuciones culturales y sociales son tan llamativas y del gusto de los estadounidenses? En mi opinión, en la de ellos, y en la de la otra más de la mitad de estadounidense la respuesta es no. Lo que sí es ilegal son los crímenes de odio, las injusticias para los trabajadores agrícolas que año con año dejan a su familia toda una temporada para ir a buscar un mejor futuro para ellos y se encuentran con maltratos y amenazas.

Ni indocumentados ni, mucho menos, ilegales. Son más bien personas nómadas resilientes y resistentes, documentadas y legales que se atreven a meter su vida en una maleta para irla a verter en otra tierra con todos sus colores. Como parte de la defensa, el enfoque también tiene que ser hacia ellos, hacia dignificar sus motivos y esfuerzo. A empoderarlos y a enterarlos del grandísimo papel que juegan no solo del otro lado del Río Bravo, sino para nuestro mismo México y sus familias.

POR: AZUL ETCHEVERRY

AETCHEVERRYARANDA@GMAIL.COM 

@AZULETCHEVERRY

MAAZ

 

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