La Nao de China

El Plan México y Japón

El Plan México es una ambiciosa estrategia que busca transformar la economía del país mediante la industrialización, la innovación y la inclusión social

El Plan México y Japón
Adolfo Laborde / La Nao de China / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

El Plan México es una ambiciosa estrategia que busca transformar la economía del país mediante la industrialización, la innovación y la inclusión social. Para construir una economía más competitiva y con bienestar compartido para 2030, el plan plantea metas claras, como posicionar al país entre las 10 economías más grandes del mundo, elevar la inversión al 28% del PIB, generar 1.5 millones de empleos en manufactura especializada y lograr que el 50% de las compras públicas sean de producción nacional. Sin embargo, el contexto global y regional, junto con los desafíos internos, complica la viabilidad de estas metas.

La estrategia surge en un momento donde la revisión del T-MEC y la creciente dependencia de importaciones de China, Vietnam y Malasia afectan sectores estratégicos como el automotriz, aeroespacial, electrónico, semiconductores, farmacéutico y químico. Reducir este déficit comercial y fortalecer la planta productiva nacional son prioridades para evitar fricciones comerciales con Estados Unidos y garantizar una mayor competitividad. El plan propone elevar el contenido nacional y regional en las cadenas de valor, crear empleos bien remunerados, e impulsar vocaciones industriales en polos de bienestar y corredores estratégicos.

El verdadero desafío está en integrar a las Pymes mexicanas a estas cadenas globales. Estas empresas, que representan el 95% del tejido empresarial y generan el 70% del empleo formal, enfrentan barreras como el acceso al financiamiento competitivo, la falta de certificaciones internacionales y un limitado acompañamiento técnico.

Aunque el Plan México contempla expandir el crédito a través de la banca de desarrollo e implementar el programa IMMEX 4.0 para manufactura avanzada, la realidad es que muchas decisiones sobre proveeduría no se toman en las filiales locales de las empresas globales, sino en sus oficinas centrales, principalmente en Asia y Estados Unidos. La diplomacia económica desempeña aquí un papel crucial, pero la falta de coordinación interinstitucional, evidenciada en la reciente ausencia de la Cancillería en temas clave, limita el impacto de los esfuerzos gubernamentales.

México tiene mucho que aprender de Japón, que ha logrado consolidarse como líderes globales mediante la industrialización planificada, fuertes inversiones en innovación y programas de capacitación técnica. Iniciativas pasadas, como la colaboración con la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) en el sector automotriz y autopartes en el Bajío, o la metodología JICA para certificar consultores en calidad y mejora continua, son ejemplos que deberían retomarse y expandirse. Además, los modelos de parques tecnológicos y clústeres industriales asiáticos pueden inspirar la creación de polos de bienestar y corredores industriales en México.

El Plan México también contempla decretos de nearshoring, que buscan aprovechar la relocalización de cadenas de suministro hacia América Latina, y medidas para capacitar a trabajadores en sectores de alta tecnología en colaboración con instituciones educativas. Sin embargo, cumplir las metas del plan requiere bases sólidas de tecnología y know-how, elementos indispensables para que las empresas mexicanas compitan a nivel global.

El éxito del Plan México no solo depende de sus objetivos bien definidos, sino de la capacidad del gobierno para implementarlo de manera coordinada y efectiva. Retomar experiencias exitosas con Japón será fundamental para aprovechar las oportunidades y transformar la economía mexicana. Aunque los retos son enormes, también lo es la posibilidad de consolidar a México como un centro de innovación e industrialización en América Latina.

POR ADOLFO LABORDE

COLABORADOR

@ADOLFOLABORDE71

MAAZ

 

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