El Doctor Patán, la verdad, lo tenía preocupado el tema de Donald Trump, en general y sobre todo luego de ver su toma de posesión y lo que le siguió. No es que dude de la fortaleza de nuestro pueblo, una fortaleza que nos permite resistir cualquier tipo de agresión imperialista y sobrevivir con nuestros valores culturales y familiares no sólo intactos, sino hasta fortalecidos.
Tampoco dudo del compromiso de los compañeros de movimiento que, con el Doctor Monreal, eminente constitucionalista y ávido lector, a la cabeza, han hecho un necesario llamado a la unidad patria.
Dicho lo anterior, Trump es una fuerza de la naturaleza que viene, como es evidente para el que quiera ver, en plan tsunami, dispuesto a arrasar con todo, desde el Canal de Panamá, hasta Groenlandia, hasta el nombre del Golfo de México, hasta el ecosistema del crimen organizado, que es pueblo bueno, hasta el cinturón bolivariano, y hasta el Tmec. Así que, repito: dudé. Digamos que parpadeó mi fe en el Segundo Piso, ante semejante amenaza. Entonces: ¡bum! Nuestra arma secreta.
La 4T, por si dudan, siempre tiene armas secretas, así que era de esperarse que algo apareciera. Lo que no era de esperarse es que el arma fuera nada menos que Sylvester Stallone. No es broma. Para tranquilidad de aquí su doctor, hace unos días salió a la palestra Miguel Torruco Jr., que es unos de los intelectuales del movimiento, y nos dejó a todos tranquilos.
Hay, explicó, una muy bonita relación con Stallone, el mismísimo Italian Stallion. Con el Sly, pues. Bien, pues para aprovechar esa relación iban a tener una llamada con él. Por “iban” me refiero al propio Mike. ¿Por qué? Porque el Stallion, como seguramente saben ustedes, es muy cercano al presidente Trump, del que, al parecer, funge como una suerte de embajador no formal en Hollywood. Así como nosotros tenemos al Rambo de izquierdas, que es mi Epi, el señor Trump tiene al de derechas.
Así resuelve las cosas nuestra 4T. Cuando se viene el Apocalipsis, un hombre providencial, como el Miguel, levanta el teléfono y “Oeeey, cómostás, mi Sly. Un favor. ¿Nos ayudas con el Trump, oooey?”. “Quihubo, Mike. Un gusto saludar al amigo mexicano. Claro, cuenta con ello. ¿Cómo están todos en casa? ¿Tu papá, bien? Dale un abrazote”. Y listo. Dos llamadas a la Casa Blanca y una relación bilateral como no la tienen Milei, Bukele o Meloni.
No es de extrañarse. El compañero Miguel, al margen de su conocida capacidad como funcionario y líder político, es un certero lector de “El Príncipe”, de, diría él, “Maquiaveli” —se sabe que los apellidos italianos acaban en “i”. Bueno, pues aquí se nota que ha sacado provecho de esas lecturas. Así que a lo mejor nuestra arma secreta es realmente él y, como ya apunté en ocasiones anteriores, no le hemos dado el reconocimiento que merece.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09
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