Columna Invitada

Por ahí no es el camino

La decisión de una jueza federal que ordeno pausar el proceso legislativo de la iniciativa es un acto ilegal

Por ahí no es el camino
Héctor Serrano / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Foto: Heraldo de México

El sexenio cerrará de una manera imprevista, todo parecía ir viento en popa a favor de la 4T hasta que la reforma al Poder Judicial comenzó a materializarse, a partir de ese momento, los problemas nacionales tomaron otra dimensión y las posturas se radicalizaron. Los otros flancos abiertos, como el de la mayoría calificada obtenida por el oficialismo y hasta la aprehensión de El Mayo Zambada por el gobierno de Estados Unidos, hubieran pasado casi desapercibidos; pero juntos, son un caldo de cultivo que enrarece el ambiente nacional.

El presidente López Obrador gobernó sin grandes sobresaltos, tuvo la habilidad de construir un discurso poderoso que edificó las bases de un movimiento electoral y político casi infalible, sorteó todas las pruebas y decisiones de su mandato conservando una inmensa popularidad. Pero las consecuencias de su último gran golpe a lo que él mismo denominó como la Mafia del Poder, ya no podrá enfrentarlas como Presidente de la República, será una papa caliente que heredara a la nueva mandataria una vez que tome posesión el próximo primero de octubre. 

El conflicto dejó de ser un tema local y alcanzó otro nivel de complejidad, cuando los gobiernos de Estados Unidos y de Canadá decidieron hacer públicas sus opiniones sobre la reforma judicial, las cuales dicho sea de paso, se basan solo en especulaciones de lo que ellos consideran podría afectar a sus propios intereses. Es cierto, ningún gobierno debería de opinar en los asuntos que competen únicamente a los mexicanos, pero cuando se trata de nuestros principales socios comerciales, hacer oídos sordos es un error inadmisible. 

Ante tal disyuntiva, para muchos analistas solo existen dos opciones; seguir adelante con la reforma hasta donde tope o recular para darle gusto a nuestros vecinos del norte, aquí la oposición interna no cuenta, carecen de la fuerza necesaria para ser un factor de decisión. Cualquiera de las dos opciones juegan en nuestra contra, no sabemos hasta dónde están dispuestos a llegar nuestros socios comerciales, ni las repercusiones económicas que ello generaria para nuestro país, en caso contrario, perderíamos soberanía y mostraríamos debilidad ante el mundo. 

La futura Presidenta no ha flaqueado en su decisión de seguir adelante con la reforma, ni tendría porque hacerlo, pero tal vez vale la pena explorar opciones que legitimarían el proyecto por sus resultados, ante lo cual, si llegan a ser benéficos para la mayoría, no existiría presión alguna que pudiera debatirlos. Una poción viable, es seguir adelante con la reforma pero matizar sus plazos y alcance, por ejemplo; realizar una primera etapa en solo el 10 por ciento de los juzgados y esperar lo suficiente para analizar sus resultados, de lo cual dependería su futuro. 

Otorgando el beneficio de la duda, la reforma podría llegar a ser benéfica para nuestro país, pero se requiere mayor consenso en un tema de tal importancia, no es conveniente imponer su aprobación mediante el uso de la fuerza. Las voces que desde el oficialismo promueven la reforma mediante el único argumento de que pueden hacerlo porque son mayoría, no le hacen ningún favor al futuro gobierno de la doctora Claudia Sheinbaum, el cual tendrá que enfrentar las consecuencias si las cosas no salen como se esperan.

Es igual de cuestionable ocupar las mayorías legislativas para imponer una sola voluntad que utilizar triquiñuelas legales para impedir la discusión de la reforma. La decisión de una jueza federal que ordeno pausar el proceso legislativo de la iniciativa, es un acto ilegal, abusivo y no tiene cabida en una democracia. Algo debe de quedarle claro a todos; por ahí, no es el camino.

POR HÉCTOR SERRANO AZAMAR

COLABORADOR

@HSERRANOAZAMAR

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