Política Para A’mar

México: Estado totalitario (Parte 2)

El cambio radical guiado por una ideología, eso define al totalitarismo.

México: Estado totalitario (Parte 2)
Marlene Mizrahi / Política para a'mar / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Los movimientos totalitarios se caracterizan por querer alcanzar la Humanidad ideal. Se distinguen por llevar esta idea a sus últimas consecuencias.

De acuerdo con Hannah Arendt, son sistemas políticos que buscan instaurar la justicia suprema y, para lograrlo, requieren de la ruptura de los fenómenos sociales anteriores. Para ello, necesitan el control y poder completo de la sociedad. La ideología que encarnan – alcanzar la perfección de la humanidad –, justifica la lucha por conquistar la maquinaria del Estado. Un proceso en constante evolución y, por lo tanto, interminable.

El grupo que promueve dicha ideología genera la esperanza de poder cumplir con las condiciones necesarias de la transformación. Naturalmente, para lograrlo, necesitan del apoyo de la masa.

Esta masa se distingue por formarse de personas a quienes no les interesa ser parte de ninguna organización basada en el interés común (partidos políticos, sindicatos, etc.); son individuos que no suelen unirse para alcanzar una meta general. Sin embargo, el odio a los viejos partidos los consolida en una masa.

La premisa de reclutamiento en los totalitarismos, encabezados por dirigentes del “populacho”, depende de la fragmentación de los diferentes estratos sociales. La idea de justicia absoluta supone igualdad y, por lo tanto, resulta en la eliminación de las diferencias de clase, lo cual conlleva a la reestructuración tanto de los partidos políticos como de las diversas organizaciones sociales en una masa homogénea de individuos indignados y furiosos.

Posteriormente, el dominio totalitario convierte el pluralismo del sistema político en hegemonía de un solo partido que encabeza el movimiento de amplias multitudes.

Una vez en el poder, el sistema de creencias sirve para justificar y legitimar represalias contra grupos que, según los ideólogos, obstaculizan la realización de ese “futuro radiante”. Así, el totalitarismo representa una ruptura completa entre las formas legales e ilegales de gobierno y entre el poder legítimo e ilegítimo

También, en los regímenes totalitarios, el término “ley” cambia de sentido: ya no regula las relaciones que se dan en la realidad, sino, más bien, se dirige a la realización de lo que todavía no existe y lo que debe surgir como resultado de las movilizaciones de las masas populares que construyen su “futuro radiante”. Se realiza según el plan, guiada por el partido y sus jefes, y estimulada por el terror y la amenaza de la aplicación.

Finalmente, para lograr sus objetivos de anular de manera progresiva los derechos y libertados civiles, el sistema totalitario comienza por colocar a determinados grupos fuera del sistema penal ordinario, lo cual termina extendiéndose a cualquier ciudadano, pues la detención arbitraria destruye la posibilidad de oposición. 

Cambios radicales en pro de la Humanidad ideal, de la transformación. ¿Qué de todo esto resuena con México?

POR MARLENE MIZRAHI

COLABORADORA

@MARLENEMIZRAHI

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