En una era donde las redes sociales han reconfigurado la relación entre los aficionados y sus equipos favoritos, los fanáticos buscan nuevas formas de conectarse con el deporte que aman.
El mundo del deporte ha evolucionado significativamente en las últimas décadas. Ya no es suficiente que los equipos y atletas brillen solo en la cancha, en el ring o en la pista; la interacción con sus fanáticos fuera de los eventos en vivo es igual de crucial.
Sin embargo, en países como México, donde el fútbol aún es el rey indiscutible, el descuido en la experiencia de los aficionados es notable, tanto en los estadios como en el entorno digital. Mientras tanto, otros deportes, como el fútbol americano o el baseball, siguen ganando terreno y han logrado establecer conexiones profundas y auténticas con audiencias que anteriormente no estaban dentro de su radar.
En México, el fútbol domina la escena deportiva. Las grandes ligas, como la MX, atraen a millones de fanáticos cada semana, tanto en los estadios como a través de transmisiones televisivas. Sin embargo, pese a la devoción de estos aficionados, la experiencia en los estadios y en plataformas digitales suele ser deficiente en muchos aspectos.
Los clubes y organizadores se enfocan en llenar las gradas y vender boletos, pero a menudo descuidan los elementos que hacen que la experiencia de un aficionado sea realmente memorable e inclusiva.
Uno de los grandes problemas que persisten en México es la falta de accesibilidad en los eventos deportivos. Pese a los esfuerzos de algunas instituciones, la infraestructura en los estadios deja mucho que desear. Los espacios adaptados para personas con discapacidad son escasos, y la experiencia para aquellos con discapacidades sensoriales, como sordera, ceguera o autismo, es prácticamente inexistente.
Esto se vuelve especialmente relevante cuando comparamos este contexto con eventos en otras partes del mundo, donde la inclusión y accesibilidad son prioritarios.
Un caso que resalta esta falta de sensibilidad es el evento de inducción al Salón de la Fama del fútbol, donde participó Rodrigo Ruíz “el Pony Ruiz” ex jugador de equipos como Puebla, Toros Neza, Santos Laguna y Tecos, cuyos padres son sordomudos.
El jugador quiso dedicarles unas palabras en lengua de señas durante el evento, pero no hubo intérpretes disponibles, ni para sus padres ni para la audiencia que podría haberse beneficiado de estos recursos. Este tipo de omisiones no sólo excluyen a un sector importante de la audiencia, sino que también proyectan una imagen de falta de profesionalismo e inclusión en eventos de alta relevancia, en especial este, pues se pretende que sea la epítome de leyendas del fútbol mundial.
En México, esta situación no es diferente; los aficionados con discapacidades suelen verse relegados a una experiencia limitada y despersonalizada.
A nivel digital, las carencias también son evidentes. Aunque las redes sociales son una herramienta poderosa para conectar con los fanáticos, muchos equipos y ligas en México no han logrado aprovechar su potencial de manera efectiva. Las interacciones tienden a ser superficiales, y el contenido ofrecido no siempre está diseñado pensando en la diversidad de la audiencia.
A menudo, la falta de subtítulos o adaptaciones en transmisiones y videos limita la participación de personas con discapacidades o barreras lingüísticas. En lugar de fomentar un sentimiento de comunidad, muchos aficionados terminan sintiéndose desconectados de los equipos y atletas que apoyan, pues estas mal llamadas experiencias parecieran únicamente actualizaciones informativas.
Mientras que los organizadores y equipos de fútbol en México parecen estancados en la idea de que llenar estadios es suficiente para captar la atención de los aficionados, otros deportes, tradicionalmente ajenos al ecosistema deportivo mexicano, están haciendo avances significativos.
La NFL, por ejemplo, ha logrado cautivar a una gran cantidad de seguidores en nuestro país. Esto es aún más notable si consideramos que el fútbol americano no es un deporte nativo de México y que las distancias culturales, deportivas e incluso lingüísticas con Estados Unidos podrían haber sido un obstáculo para la captación, pero sobre todo retención de los aficionados.
Sin embargo, la NFL ha comprendido bien el concepto de fan engagement y ha sabido adaptarlo a la realidad de mercados internacionales como el mexicano. Desde hace años, la liga ha organizado partidos en el Estadio Azteca, lo que permite a los fanáticos mexicanos experimentar en vivo lo que solo podían ver por televisión.
Más allá de los eventos presenciales, la NFL ha sabido conectar con su audiencia a través de redes sociales, donde su presencia es significativa. En plataformas como TikTok, la NFL cuenta con más de 14.5 millones de seguidores, y aunque gran parte del contenido está en inglés, el simple hecho de generar subtítulos y adaptaciones les ha permitido ampliar su base de aficionados. Aún así, esta estrategia tiene margen de mejora, ya que podrían generar contenido original específicamente diseñado para el público mexicano.
El impacto de la NFL en México ha sido tan profundo que incluso ha alterado la dinámica de la Liga MX. En los últimos años, algunos partidos de la liga mexicana han sido reprogramados para no coincidir con eventos importantes de la NFL, como el Super Bowl. Esto refleja no solo el crecimiento de la base de seguidores de la NFL, sino también el poder que ha alcanzado en un mercado donde el fútbol tradicionalmente lo ha acaparado todo como México y recientemente Brasil. La lección aquí es clara: el éxito en el fan engagement depende de la capacidad de entender y adaptarse a las necesidades de los aficionados, algo que la NFL ha sabido hacer con gran efectividad.
El llevar un partido de temporada regular a territorio brasileño es un hito que refuerza su compromiso con el crecimiento de su base de aficionados en América Latina. Brasil, siendo el segundo mercado más grande del continente después de Estados Unidos, representa una enorme oportunidad para la liga.
La decisión de jugar en São Paulo no solo responde al creciente interés del público brasileño en el fútbol americano, sino que también cimenta las bases para una futura y exitosa relación con este mercado emergente.
Al igual que en México, donde la NFL ha cosechado grandes éxitos, el potencial de Brasil para convertirse en un pilar clave en la expansión internacional de la liga es innegable. Este tipo de iniciativas subraya cómo un enfoque estratégico en el fan engagement internacional puede abrir nuevas puertas para los deportes que buscan conectar con audiencias globales.
Si los equipos y ligas en México desean mantenerse relevantes y conectar de manera auténtica con sus seguidores, deben abordar los vacíos en la experiencia del aficionado, tanto en el estadio como en el ámbito digital. Esto no solo significa modernizar la infraestructura, sino también crear un entorno donde todos los fanáticos, sin importar sus capacidades o limitaciones, puedan disfrutar plenamente del deporte. La inclusión no debe ser vista como un lujo o una opción, sino como una responsabilidad que las organizaciones deportivas deben asumir.
El fan engagement ha cambiado radicalmente en los últimos años, y el deporte en México no debe quedarse atrás. Si bien el fútbol sigue siendo el deporte más popular del país, los organizadores deben aprender de la estrategia de la NFL y de otras ligas globales que han sabido adaptarse a la diversidad de sus audiencias, incluso pensar en nutrir el negocio del fútbol lo suficiente como para poder replicar la práctica de llevar partidos de liga a otros países, siendo Estados Unidos el principal objetivo, tanto en materia deportiva, como de crecimiento y sobre todo, económica.
Incluir a todos los fanáticos en la experiencia deportiva no es solo una cuestión de responsabilidad social, sino también una oportunidad de crecimiento y expansión.
Por: Diego ‘SAGO’
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