COLUMNA INVITADA

Amistades peligrosas: México y su cercanía a regímenes autoritarios

El panorama político en Venezuela nos ofrece un claro recordatorio de las aspiraciones autoritarias de ciertos gobiernos en América Latina

Amistades peligrosas: México y su cercanía a regímenes autoritarios
Foto: El Heraldo de México

El panorama político en Venezuela nos ofrece un claro recordatorio de las aspiraciones autoritarias de ciertos gobiernos en América Latina. Su reciente proceso electoral, manchado por acusaciones de fraude y manipulación, nos recuerda cómo los regímenes autoritarios se perpetúan en el poder a expensas de la democracia, las libertades y los derechos humanos. Sin embargo, lo que resulta aún más alarmante es la postura adoptada por el gobierno de Morena en México, que ha mostrado una preocupante cercanía con estos regímenes.

Como ejemplo tangible, tenemos la invitación a Vladimir Putin para asistir a la toma de protesta de Claudia Sheinbaum es un ejemplo de esta tendencia. Mientras el mundo condena a Rusia por sus acciones en Ucrania, México recibe con alfombra roja a un líder acusado de crímenes de guerra. Este gesto no es solo un acto diplomático, sino una declaración de valores y alianzas que nos deja en una posición comprometida ante la comunidad internacional.

No podemos olvidar tampoco la participación de un contingente de soldados rusos en el desfile del Día de la Independencia en el año 2023. Mientras que otros países condenan la agresión rusa, nuestro gobierno parece ignorar las implicaciones éticas y políticas de tal invitación. La justificación de que “todos los países del mundo están invitados” suena vacía cuando consideramos el contexto global y las atrocidades cometidas.

La cercanía de México con regímenes autoritarios no se detiene ahí. Recordemos el asilo otorgado a Evo Morales tras su controversial salida de Bolivia, y el respaldo ofrecido a la familia de Pedro Castillo, el expresidente peruano que intentó dar un golpe de Estado. Estos actos debilitan nuestra credibilidad como defensores de la democracia y envían un mensaje preocupante sobre nuestras propias tendencias políticas.

En Venezuela, las elecciones presidenciales del 28 de julio han sido denunciadas por falta de transparencia y evidentes inconsistencias. En lugar de unirse a la condena internacional, México decidió no participar en la sesión de la OEA que abordaría esta crisis, mostrando una indiferencia que se acerca mucho a  la complicidad. Esta postura no es un error diplomático, es un reflejo de una alineación peligrosa con gobiernos que reprimen a sus pueblos.

Debemos preguntarnos qué tipo de país queremos ser. ¿Seguiremos respaldando regímenes que desprecian la democracia y los derechos humanos? La simpatía con dictadores y autoritarios no solo nos aísla internacionalmente, también amenaza con dañar nuestros propios valores democráticos.

Es necesario que como nación, reconsideremos nuestras alianzas y tomemos una postura firme en defensa de la democracia. No podemos permitir que la complicidad con regímenes opresores se normalice. El futuro de nuestra democracia y nuestra posición en el mundo dependen de las decisiones que tomemos hoy. Es hora de alzar la voz y exigir coherencia y ética en nuestra política exterior.

Por: Itzel Arellano Cruces

Jefa de Oficina de la Coordinación del GPPAN en la Cámara de Diputados

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