La campaña actual en Estados Unidos será recordada como una de las más complejas en la historia de la democracia estadounidense. Tras el atentado fallido en contra de Donald Trump, su alta popularidad en las encuestas y la salida de Joe Biden de la carrera presidencial (posterior a las presiones de los demócratas y un visible deterioro en su salud), Harris asumió el liderazgo del Partido Demócrata, obteniendo récord en la recaudación de fondos, la aceptación de las cúpulas demócratas y accediendo a un electorado joven, Kamala ha experimentado un notable repunte en las últimas semanas, marcando un cambio significativo en el panorama electoral rumbo al 5 de noviembre.
Uno de los factores clave en este resurgimiento ha sido la selección de Tim Walz, gobernador de Minnesota, como su compañero de fórmula. Walz aporta una sólida experiencia y credibilidad, especialmente en temas relacionados con la gestión del estado y la salud pública, lo que ha reforzado la imagen de Harris como una líder capaz de unir al país en tiempos de gran polarización. Aunque aún es temprano para medir completamente el impacto de Walz en la campaña, las primeras encuestas sugieren que su presencia podría ayudar a consolidar el apoyo en estados clave del medio oeste y el cinturón del óxido, regiones donde Trump había mostrado fortaleza.
En cuanto a las encuestas, Kamala Harris ha mostrado una tendencia ascendente. Según los datos más recientes de Morning Consult, Harris lidera a Trump por un margen de 3 puntos a nivel nacional. Este liderazgo es notable, ya que ha sido constante desde que asumió la candidatura, lo que refleja un cambio en la percepción pública hacia su figura. Además, Kamala, “la risueña” (como la apodó Trump de manera peyorativa) ha logrado recuperar parte del apoyo entre votantes jóvenes, de mujeres, de comunidades latinas y de color, así como al ala más liberal del espectro ideológico estadounidense, sectores donde Biden había mostrado lejanía y debilidades importantes.
De cara al cierre de campaña, Kamala Harris y su equipo deberán continuar enfocándose en temas que resuenan con su base, como los derechos reproductivos y la justicia social, mientras buscan atraer a los votantes indecisos preocupados por temas económicos y de seguridad. La elección de Tim Walz es un activo clave en este esfuerzo, ayudando a conectar con los votantes moderados que buscan estabilidad y competencia en el liderazgo. La mancuerna Harris-Walz es mucho más equilibrada y atractiva para los votantes que la conformada por los republicanos.
Sin embargo, la contienda sigue siendo sumamente competitiva, con Trump mostrando fuerza en varios estados clave como Georgia y Carolina del Norte, donde aún mantiene una ligera ventaja. El éxito de Kamala Harris en noviembre dependerá en gran medida de su capacidad para movilizar a estos grupos demográficos y mantener el impulso en los estados indecisos.
Así, con los próximos meses siendo cruciales, la capacidad de Harris para mantener este impulso será decisiva. La contienda aún está abierta, y cualquier error o acierto podría inclinar la balanza en un sentido u otro. Lo que está claro es que Harris ha superado las expectativas iniciales, posicionándose como una contendiente seria y potencialmente histórica en la carrera por la Casa Blanca.
POR ADRIANA SARUR
COLABORADORA
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