En la Hoja de Ruta para la Cooperación Digital de la ONU se reconoce que la tecnología digital no existe en el vacío: tiene un enorme potencial para generar cambios positivos, pero también puede empeorar las desigualdades económicas. En este contexto, el Órgano Asesor de Alto Nivel sobre Inteligencia Artificial del Secretario General, Antonio Guterres, presentó un informe provisional sobre la gobernanza digital de la Inteligencia Artificial (IA) en diciembre de 2023.
El informe apunta que la IA ofrece un potencial extraordinario para el bien; desde descubrimientos científicos que amplían los límites del conocimiento humano, hasta herramientas que optimizan los recursos finitos y nos ayudan en las tareas cotidianas. No obstante, también se subraya que existen riesgos. Por ejemplo, la IA puede reforzar prejuicios o tergiversar sucesos, desdibujar la rendición de cuentas de funcionarios públicos y potenciar la desinformación sobre procesos electorales. Asimismo, la velocidad, autonomía y opacidad de los sistemas de IA desafían los modelos tradicionales de regulación, mientras se desarrollan, implementan y utilizan sistemas cada vez más potentes.
Por su parte, la Secretaria General de la Unión Internacional de Comunicaciones (UIT), Doreen Bogdan-Martin, en un informe sobre las actividades de la ONU en torno a la IA, el año pasado, apuntó que dentro del sistema de Naciones Unidas, se pusieron en marcha 408 programas de IA, ejecutados por 47 entidades del sistema del organismo, que abarcan los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Según la UIT, 2023 pasará a la historia como el año en que la IA generativa conquistó al mundo por sorpresa, mientras que la opinión pública mundial osciló entre la conmoción, el asombro y el escepticismo. Los mencionados programas de IA adoptan diversas modalidades, desde la mejora de los resultados sanitarios mediante el uso de grandes modelos lingüísticos hasta el mapeo de los depósitos de agua subterránea mediante datos satelitales e inteligencia artificial.
Las oportunidades y los riesgos de la inteligencia artificial para la humanidad son cada vez más evidentes. Se manifiestan a nivel global mediante la competencia geoestratégica por dominar la producción y cadenas de suministro de los microchips, el acceso a los datos, la capacidad de cómputo y los talentos que impulsan la IA. En este contexto, varias cuestiones encienden focos rojos: la amenaza de una nueva carrera armamentista apoyada en la IA y el uso de armas autónomas letales, la urgencia de combatir el cibercrimen mediante una cooperación internacional eficaz, y buscar que los beneficios de la IA sean realmente para toda la humanidad.
No es de sorprender, por tanto, que se multipliquen las iniciativas para regular y controlar las aplicaciones e innovaciones de la IA. En marzo del 2024, la Asamblea General de la ONU mediante una resolución histórica, estableció el compromiso de alcanzar un marco global que promueva la utilización responsable e inclusiva de la IA. Es un primer paso en una secuencia de discusiones, propuestas y acuerdos que comentaremos en la siguiente entrega.
POR CARLOS DE ICAZA
EMBAJADOR EMÉRITO. EXSUBSECRETARIO DE RELACIONES EXTERIORES
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