Columna invitada

Resistencia: Una Mirada a 500 Años de Historia

En el Senado de la República, nos reunimos para inmortalizar con letras doradas los 500 años de resistencia de los pueblos indígenas

Resistencia: Una Mirada a 500 Años de Historia
José Narro Céspedes / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

En el Senado de la República, nos reunimos para inmortalizar con letras doradas los 500 años de resistencia de los pueblos indígenas. Este acto es más que una conmemoración; es un recordatorio vivo de la lucha incansable, la persistencia y la vitalidad de los pueblos originarios, indígenas y afromexicanos a lo largo de siglos marcados por la conquista y la colonización.

Hace más de cinco siglos, el choque de mundos entre Europa y América transformó radicalmente el curso de la historia. La caída de la mítica Tenochtitlán ante las huestes españolas abrió paso a una era de explotación y dominación. Sin embargo, es crucial reconocer que antes de la llegada de los europeos, estos territorios estaban habitados por sociedades complejas, ricas en cultura y conocimiento. Pueblos que no solo coexistían con la naturaleza, sino que la veneraban como parte integral de un cosmos dual, donde la vida y la muerte, el bien y el mal, el cielo y el inframundo se entrelazaban en un equilibrio sagrado.

La conquista impuso una visión eurocéntrica que despojó a estos pueblos de su autonomía y recursos, sembrando desigualdad y desprecio por sus tradiciones. Durante siglos, las tierras fueron saqueadas, los pueblos sometidos a trabajos forzados y la cultura indígena y afrodescendiente marginada y estigmatizada. La independencia de México no marcó el fin de esta opresión, sino que la transformó en nuevas formas de exclusión y olvido.

En los siglos XIX y XX, los pueblos originarios se vieron envueltos en los conflictos bélicos de la nación, enfrentando la paradoja de ser tanto héroes como víctimas en su propia tierra. La Revolución Mexicana, en particular, elevó a algunos líderes mestizos mientras millones de indígenas perdían sus vidas y sus hogares. Aunque figuras como Vicente Guerrero y Emiliano Zapata simbolizan la resistencia, la realidad es que la mayoría de los pueblos indígenas y afromexicanos continuaron siendo tratados como ciudadanos de segunda clase en un Estado que los excluía sistemáticamente.

El México contemporáneo se enfrenta a la encrucijada de reconocer y reconciliarse con su diversidad cultural. A pesar de los avances legislativos y las promesas de inclusión, las comunidades indígenas siguen siendo vistas como "problemas a resolver" en lugar de socios en la construcción de un país más justo y equitativo. Las brechas en educación, salud y derechos humanos persisten, perpetuando un ciclo de desigualdad que ha perdurado por generaciones.

Hoy, mientras reflexionamos sobre nuestro pasado, debemos comprometernos a un futuro donde la historia de los pueblos indígenas y afromexicanos no solo sea reconocida, sino celebrada. Es tiempo de dejar atrás los estigmas y abrazar la riqueza de nuestra diversidad. Reconocer la contribución invaluable de estas culturas a nuestra identidad nacional es un primer paso hacia la verdadera reconciliación y justicia social.

El legado de resistencia de estos pueblos no se define por la opresión que han enfrentado, sino por la resiliencia con la que han preservado sus tradiciones y su dignidad a través de los siglos. Es hora de que la memoria dorada de hoy sea más que un símbolo; debe ser un compromiso colectivo de construir un país donde todos los mexicanos, sin importar su origen, puedan florecer plenamente.

Este muro no solo guarda testimonio del pasado, sino que también nos desafía a construir un futuro donde la justicia y la igualdad sean los cimientos sobre los que se erige nuestra nación.

POR JOSÉ NARRO CÉSPEDES

COLABORADOR

@NARROJOSE

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