He señalado, con toda firmeza, que uno de los grandes errores que cometimos en el pasado proceso electoral fue no haber destacado los logros de los gobiernos federales, locales y municipales, encabezados por Acción Nacional en política pública.
Los datos oficiales -sin el maquillaje de las interpretaciones sesgadas y a modo, de los otros datos-, no mienten: los gobiernos emanados del PAN, por sus resultados, son mucho mejores que los morenistas.
Lamentablemente, la falta de visión de algunas de las cabezas visibles de Acción Nacional, ya sea por temas internos o por egos personales, desdibujaron y omitieron los logros que alcanzamos -con el correspondiente impacto en la calidad de vida de distintos sectores- en nuestros dos sexenios de gobierno federal, casi nula ha sido su defensa en los estados y qué decir de nuestros logros municipalistas.
El origen de Acción Nacional, que hoy se ha desdeñado, parte justamente de ese municipalismo que nos hacía distintos y distinguibles. Previo a la alternancia, era notorio cuando gobernaba el PAN algún municipio del país, no sólo por el avance en infraestructura, sino también por esa cercanía con los ciudadanos en las comunidades, los pueblos, rancherías y zonas urbanas. En los hechos, esos espacios geográficos se convirtieron en tierra de oportunidades.
Luego de ganar el gobierno federal, el avance en los programas y proyectos federales también fue visible. He reiterado una y otra vez que, si algo debemos celebrar los panistas, es el reconocimiento de la pluralidad durante nuestras gestiones. No había empacho en dialogar y conversar con quienes no pertenecían al partido, porque el sensato objetivo era (y es) trabajar por una vida digna para todas y todos.
Somos el partido que nació para enfrentar al régimen, ese es nuestro origen. No fuimos incisión del gobierno, tampoco del PRI, y no fuimos un partido de masas. Sin embargo, contábamos con el reconocimiento ciudadano y también con la credibilidad que nos permitía salvar cada obstáculo.
Por eso, estoy convencida que reconstruirnos todavía es posible y que, además, es urgente, necesario e impostergable. Acción Nacional es la oposición natural al populismo que tenemos enfrente. Hoy debemos procurar, más que nunca, que nuestros gobiernos municipales y estatales cuenten con el respaldo y acompañamiento de una institución que les sea cercana, que los impulse y apoye, que no sea una carga ni un lastre.
Algunos de los activos más importantes para enfrentar los futuros procesos electorales son y serán, en parte, la óptima coordinación de la nueva dirigencia nacional y estatales con nuestros gobiernos estatales, que no debe ser interpretada como una intromisión indebida; más bien debe enmarcarse en el respeto mutuo, pero también en el respaldo indispensable ante los ataques que el gobierno federal, el que fenece y el que está por nacer, van a propinarles.
Ya vimos una muestra -por cierto nada nuevo- en Querétaro, donde de forma intencional se han difundido, en redes sociales y desde el oficialismo, los ataques al gobernador del Estado, para enaltecer las figuras de López Obrador y Claudia Sheinbaum.
Acción Nacional debe preparase, con toda inteligencia, para acompañar a sus gobernantes y respaldar ante los ciudadanos, las buenas prácticas de gobierno. Si queremos ganar debemos reconstruirnos desde lo local. Sólo así podremos enfrentar con éxito las batallas que están por venir y que, como diría mi estimada Silvia Ramírez, de Culiacán, "todavía no imaginamos".
Por eso estoy decidida a ganar el partido, para no perder nuestros gobiernos; a reconstruirnos, para volver a ganar municipios y, en suma, dirigir el partido para ser nuevamente una opción creíble para las y los mexicanos.
POR ADRIANA DÁVILA FERNÁNDEZ
POLÍTICA Y ACTIVISTA
EEZ