COLUMNA INVITADA

El proceso electoral aún no termina

Hace más de una semana más de 60 millones de mexicanas y mexicanos salimos a votar para renovar cargos a nacionales y locales

El proceso electoral aún no termina
Foto: Especial

Hace más de una semana más de 60 millones de mexicanas y mexicanos salimos a votar para renovar cargos a nacionales y locales. No obstante, falta largo camino para tener resultados definitivos.

Llama la atención que en la era que vivimos las elecciones se sigan haciendo con papel y lápiz, y conlleven el trabajo extenuante de cientos de miles de personas, mientras que con un teléfono inteligente se pueda enviar y recibir información, incluso dinero, desde cualquier parte del mundo en segundos, con suficientes medidas de seguridad.

¿Cómo funcionan los cómputos de los votos en la mayoría de las elecciones? Son procedimientos complejos. El domingo de la jornada electoral, los funcionarios de mesa directiva llevaron a cabo el escrutinio y cómputo de los votos en cada una de las casillas; el miércoles siguiente se realizaron los cómputos municipales y distritales correspondientes, con lo que se tienen ya los resultados de las elecciones de ayuntamientos y diputaciones de mayoría relativa.

En dichos cómputos se realizan los recuentos de votos que se volvieron más complejos y famosos a partir de la elección del 2006, en que el candidato opositor (AMLO), solicitó el llamado voto por voto y provocó reformas electorales que los instauraron. Sin medias tintas, el diseño del sistema de recuentos es profundamente ineficiente y contraintuitivo. Originalmente se preveía que los cómputos los hiciera la ciudadanía y solo en casos excepcionales se recontaban votos. Hoy, las autoridades electorales hacen recuentos en promedio en más de dos terceras partes de las casillas, como si no se confiara en la ciudadanía, sin importar el resultado electoral. Los recuentos totales son cada vez más frecuentes y tener resultados definitivos demora.

Ayer domingo se realizaron cómputos de circunscripción y de entidades federativas, con lo que ya se tienen resultados de senadurías y gubernaturas. Ahora viene la etapa impugnativa, en un contexto en que la cultura de impugnación es combatir por combatir, lo que de suyo es irresponsable. El balón está ahora en la cancha de los tribunales, quienes tiene que dar definitividad a los resultados y resolver los juicios y recursos. Hecho lo anterior, se hacen las asignaciones de representación proporcional, declaraciones de validez y entregas de constancias.

Ante la lentitud de ese sistema, se ha optado por tener mecanismos que den cuenta ágil de resultados preliminares (con el PREP) y tendencias de la votación (conteos rápidos), previo a los cómputos oficiales, pero hay que ser claros: esos datos no tienen validez jurídica que den legitimidad a los triunfos y fracasos. Tienen un carácter meramente informativo.

En el caso de la presidencia, si bien ya tenemos resultados de los cómputos, falta la resolución de impugnaciones que se tienen anunciadas y será a más tardar el 6 de septiembre que el Tribunal Electoral otorgue en su caso la constancia de validez y mayoría. A pesar de que existieron gran cantidad de violaciones a la norma, principalmente por parte del Ejecutivo federal, difícilmente se puede decir que la elección está viciada de nulidad, así que solo falta esperar. Lo que queda claro es que el sistema electoral requiere una reingeniería, confiemos en que la discusión y análisis sea serio, no para deteriorar más nuestra democracia.

Por: Gabriel Mendoza Elvira

Abogado consultor 

@gmendozaelvira

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