Quien sea la próxima presidenta o presidente de México tendrá entre sus manos la responsabilidad de liderar un país grande, profundo y complejo. La esperanza de un futuro mejor es anhelada por millones y gran parte de esa expectativa está cifrada sobre la calidad de la educación que se logra ofrecer a niñas niños y jóvenes.
Por ello, uno de los mayores desafíos del próximo sexenio será hacer frente a problemas que impiden garantizar plenamente el derecho a la educación. Para Mexicanos Primero, esto implica lograr que cada estudiante pueda estar, aprender y participar en una escuela.
Garantizar que todos los niños y niñas tengan acceso a la educación desde la primera infancia hasta la educación superior es el punto de partida. La realidad actual muestra que miles de planteles carecen de los servicios básicos necesarios para recibir a las y los estudiantes y ofrecerles un lugar adecuado para aprender.
De un total de 238,000 escuelas que existen en México 26,463 no tienen electricidad, 56,109 carecen de agua potable y 5,950 no cuentan con sanitarios. Estas deficiencias afectan particularmente a niñas y adolescentes, que suelen alejarse de la escuela debido a la falta de condiciones sanitarias adecuadas, principalmente, durante su periodo menstrual.
El derecho a aprender implica que todas y todos los estudiantes alcancen, como mínimo, los aprendizajes fundamentales necesarios para seguir aprendiendo a lo largo de la vida. Estos incluyen la comprensión lectora, la competencia comunicativa, la resolución de problemas matemáticos, el entendimiento de fenómenos naturales mediante el razonamiento científico y la gestión de las emociones.
Sin embargo, los resultados de la prueba PISA 2022 indican que dos de cada tres estudiantes de 15 años no pueden utilizar sus conocimientos matemáticos para resolver problemas cotidianos y uno de cada dos no comprende lo que lee. Estos datos resaltan la necesidad urgente de priorizar el desarrollo de estos aprendizajes fundamentales.
La participación de los estudiantes en su propio proceso de aprendizaje es crucial. Esto significa reconocerlos como agentes activos y fortalecer su autonomía, permitiendo que sus opiniones sean escuchadas y tomadas en cuenta según el principio del interés superior de la niñez. Para que esta participación ocurra, es fundamental contar con docentes que puedan responder a las diversas necesidades contextuales y emocionales de los estudiantes.
Actualmente, la formación continua de los docentes recibe solo 96 pesos anuales por maestro, una cifra claramente insuficiente para acompañarlos y ayudarles a maestras y maestros a enfrentar los desafíos actuales.
Durante el periodo electoral que finaliza, Mexicanos Primero evaluó las propuestas educativas de las candidaturas presidenciales, destacando la falta de una visión a largo plazo y la prioridad insuficiente otorgada al tema educativo. Estrategias como la entrega de becas y la ampliación de la jornada escolar, aunque valiosas, deben estar acompañadas de un compromiso mucho más fuerte con la mejora de la calidad educativa. Esto implica atender a los grandes desafíos descritos en este artículo desde el primer día del próximo gobierno, con políticas, estrategias y recursos.
En México, uno de cada tres habitantes está en edad de cursar la educación básica y media superior. Sus opciones de futuro dependen en gran medida de la calidad de la educación que reciban hoy. El próximo gobierno, sea del color que sea, deberá garantizar que cada niña, niño y adolescente tenga la oportunidad de estar, aprender y participar plenamente en la escuela. La tarea no podría ser más urgente.
POR GUSTAVO ROJAS AYALA
Director de Investigación en Mexicanos Primero
@gurarojas
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