Columna Invitada

Una manzana para el teacher

Llega el Día del Maestro y las movilizaciones magisteriales no se hacen esperar

Una manzana para el teacher
David Martín del Campo / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Llegaba la hora del dilema, ¿una corbata o un frasco de loción? Lo primero podría significar que no se presentaba demasiado arreglado, lo segundo que no olía más que a gis y borrador. Así llegaba el Día del Maestro y nos presentábamos en el salón de clases con el regalo guardado dentro de la mochila.

Hubo un compañero, Fernández, al que se le ocurrió obsequiarle una botella de Bacardí con moño. Y el escándalo que despertó. El profesor Azuara, sin embargo, permaneció impertérrito y agradecido. “Sí, para celebrar el sábado con mis colegas”, y sanseacabó.

Llega el Día del Maestro y las movilizaciones magisteriales no se hacen esperar. Ya no está Carlos Jonguitud, y la profesora Elba Esther Gordillo disfruta (ya excarcelada) las últimas mieles de su nuevo matrimonio, pero el divorcio entre el magisterio y el gobierno (en turno) es lo que campea.

Ahora la CNTE anuncia un “paro indefinido” en demanda un 100 por ciento de aumento salarial (¿y por qué no 200?), amén de las exigencias del caso… reinstalación de 172 docentes que militan en la coordinadora, dotación de uniformes y útiles escolares para los educandos, “resarcir los daños” causados por la reforma educativa de Peña Nieto. Isael González Vázquez, dirigente de la sección VII, lo dejó muy claro: “La CNTE es mucho más grande que cualquier gobierno. Eso le tiene que quedar muy claro, aunque le moleste”.

¿De dónde le viene a la CNTE ese radicalismo a rajatabla? Seguramente de las escuelas normales rurales (especialmente la “Isidro Burgos”, de Ayotzinapa), donde habrían cursado estudios los profesores Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas Barrientos, antes de lanzarse a la guerrilla, cada cual, en la sierra guerrerense. Fue el quebradero de cabeza del gobierno de Luis Echeverría.

Mis profesores, hasta donde recuerdo, eran menos bulliciosos. A lo más, Alfredo Villanueva animándose a participar en un partido de futbol, sin corbata y aguantando rodillazos y pisotones. Con ellos aprendí los rudimentos de la aritmética, la gramática española, las ciencias naturales y el civismo. Había también una profesora Pachita de canto, un profesor de gimnasia, una teacher de inglés, “I see you trough the window”.

Después, en la secundaria, llegaron los maestros por materia. Juan Escalera que nos daba español, el maestro Aquilino de matemáticas, el maestro Antonio Solá de biología. Y los de la preparatoria… Mariano Azuela Güitrón (después magistrado) nos dictó el curso de sociología, Raúl Ghío Argáez nos explicaba la evolución biológica de las especies, Germán Dehesa los caprichos de Francisco de Quevedo profiriendo calambures.

En la universidad ya fue otra cosa. Inscritos en la carrera de comunicación, había que atender muy diversos humores. Don Fernando Benítez que no dejaba de evocar a los otomíes del Valle del Mezquital, Patricia Montelongo que explicaba el ritmo de una frase, Gustavo Sáinz que nos hacía escribir reseñas (y que luego publicaba en su revista “Siete”), Hugo Gutiérrez Vega disertando sobre las rencillas de los campeones del boom latinoamericano, Froylán López Narváez sugiriendo las diferencias entre el emisor, el receptor y los ”mass media” de Marshall McLuhan. También estuvieron Miguel Ángel Granados Chapa (Información y Derecho), Federico Weingarshofer (fotografía), Alfredo Joskowicz (Lenguaje narrativo).

¿Cómo agradecerles este 15 de mayo? No hay mejor manera que recordarlos con cariño, nostalgia y gratitud. La manzana legendaria sobre su escritorio.

Por ello cuando observo las movilizaciones del magisterio arrebatando plazas y carreteras, se me diluye un poco la imagen que guardo de lo que es un preceptor. El momento de pasar lista, el regaño y el cinco en conducta, la invitación a la tarima para resolver, gis en mano, el valor de la “X”. ¿Cuál es la fórmula para obtener la superficie de un círculo? Y sí, ¿quién descubrió América, y quién la Penicilina? Pero, lo más difícil, ¿llevarle una corbata o una loción Yardley?

POR DAVID MARTÍN DEL CAMPO
COLABORADOR

EEZ

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