Columna Invitada

La persistencia

Durante un evento académico en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara un lector preguntó a uno de los ponentes cómo llevar lo que generan las universidades a quienes no tienen conectividad

La persistencia
Daniel Francisco / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Las ideas mueven montañas, derriban muros y acotan al poder. La erosión puede tardar años, pero si ese goteo es persistente habrá resultados. 

No sólo se trata de capilaridad social, escalar posiciones sociales y económicas. Tiene una mayor complejidad: ¿Cómo se mide disfrutar una pintura o una obra de Moncayo o Revueltas? ¿Cuánto vale la cara de felicidad de una persona al descubrir que el conocimiento puede facilitarle la vida? De ese obrero de 63 años que usa el excel para planear sus gastos y ayudar a su hijo con las tareas. 

El escritor Ricardo Garibay contaba en sus programas de televisión uno de los grandes beneficios del aprendizaje: leer ayuda a tener un vocabulario más amplio, quien conoce más palabras puede defenderse ante las injusticias.  

No es sencillo tocar de puerta en puerta para contagiar el entusiasmo por un proyecto. ¿Quién está dispuesto a continuar con un club de lectura al que sólo acuden tres personas? ¿Cómo competir frente a los productos instantáneos y los contenidos de los expertos en comunicación? 

Durante un evento académico en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara un lector preguntó a uno de los ponentes cómo llevar lo que generan las universidades a quienes no tienen conectividad. Los avances tecnológicos nos permiten acceder a cientos de bibliotecas virtuales y productos multimedia. Sólo que aún hay comunidades en las que primero se tiene que resolver la subsistencia básica.

Culmino con la historia del electricista que no dudó en aprovechar la oportunidad que le dio su empresa para culminar sus estudios. Esta historia me la contó su maestra Guadalupe Francisco (una psicóloga todoterreno). A sus 63 años seguía trabajando en la construcción. Había hecho su secundaria nocturna y después entró en una vocacional, pero no pudo concluir. El cansancio termina por derrotarnos. 

Quería ayudarle a su hijo en sus tareas. Cuando lo invitaron al aula se animó porque quería aprender a usar la computadora, no sabía ni prenderla. Salía a las 6 de la tarde de trabajar y se quedaba 2 horas a estudiar. Un recorrido diario de Chalco a Cuajimalpa. Nunca faltó a sus clases. 

POR DANIEL FRANCISCO
SUBDIRECTOR DE GACETA UNAM
@DFMARTINEZ74 

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