La nueva normalidad

¿Es democracia una mala palabra?

Cuando desaparecen instituciones o ganan políticos heterodoxos, valga parafrasear a Monsiváis: o ya no entendemos lo que pasa o ya pasó lo que entendíamos

¿Es democracia una mala palabra?
Nicolás Alvarado / La Nueva Anormalidad / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Quienes aspiren a impartir justicia en México dejarán de actuar en el espíritu de la Ley –que debería trascender las ideologías– para representar visiones por fuerza parciales, compromisos en el mejor de los casos con un electorado, en el peor con grupos de interés ojalá que legales.

En pocas semanas, quien pretenda acceder a información pública no tendrá a quién solicitarla a no ser al gobierno, que carecerá de obligación a entregarla.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos, cuya función toral es defender a las personas de eventuales abusos de quienes detentan el poder, está en manos de una militante del partido que controla el Ejecutivo y el Legislativo federales, así como la mayoría de los gobiernos estatales.

En ese contexto, la presidenta de la República goza de 68 por ciento de aprobación. Donald Trump ganó la elección estadounidense, me gustaría decir que igual que en 2016 pero no fue así. Porque si bien entonces Trump triunfó en 30 de 51 entidades, lo que le reportó 304 de los 531 votos de los grandes electores, no obtuvo sino poco menos de 63 millones de sufragios (46.1%) frente a los casi 66 millones (48.2%) de su rival Hillary Clinton. Si entonces ganó fue por las peculiaridades del sistema electoral estadounidense: en cualquier otro país habría perdido al no hacerse con la mayoría del voto popular.

En 2024, en cambio, el triunfo de Trump sobre Kamala Harris –con 31 entidades y en principio 312 votos electorales frente a 20 y 226 de su rival– estuvo apuntalado por poco menos de 77 millones de votos (49.9%) frente a poco menos de 75 (48.3%): esta vez sí hubo más estadounidenses que pensaron que Trump sería mejor jefe de Estado, aun pese a ser un criminal convicto que trató de anular una elección legal en que resultó derrotado –proponiendo para ello incluso la abolición de la Constitución–, que ha manifestado su intención de comportarse como un dictador durante el primer día de su administración a fin de instrumentar el cambio que considera más urgente –el cierre de la frontera terrestre entre México y Estados Unidos– y que prometiera como parte de su campaña vengarse de sus adversarios.

Única conclusión posible: cuando menos en esos dos países –pero hay muchos más, democracia parece haber mutado en mala palabra. Esta semana en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, De Muro a Muro –el coloquio sobre nuevos paradigmas que coordino hace 8 años– estará abocado a entender ese problema. Ojalá puedan ver las sesiones ya disponibles en el canal de YouTube de la FIL, así como la que conducirá Maruán Soto Antaki este jueves 5 a las 8 pm.

Urge saber cómo dotar la democracia de contenidos que conciten entusiasmo. En la próxima entrega me ocuparé de compartir algunas de las pistas que el ejercicio nos ha permitido empezar a identificar.

POR NICOLÁS ALVARADO

COLABORADOR

IG Y THREADS: @NICOLASALVARADOLECTOR

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