Comenzaron las fiestas decembrinas y con ellas las vacaciones. Pero ¿las mujeres realmente tenemos vacaciones? La pregunta importa porque, si bien tenemos un receso en nuestras actividades laborales remuneradas no así en las del hogar y el cuidado de la familia. Incluso si viajamos fuera, mantenemos el mismo ritmo y frenesí como madres, esposas o jefas de hogar.
¿Quién se encarga de la alimentación de las hijas e hijos; quién se hace cargo de su vestido y aseo si son menores; quién hace la maleta, la lista de cosas para un viaje de vacaciones; quién ve los detalles de una cena navideña? Todo eso es conocido como carga mental doméstica que gradualmente se está visibilizando.
El Inegi define los cuidados como las actividades específicas que realizan las personas para atender, asistir, acompañar, vigilar y brindar apoyo a las y los integrantes del hogar, con la finalidad de buscar su bienestar físico y la satisfacción de sus necesidades básicas. La carga mental doméstica está estrechamente vinculada al trabajo de cuidados no remunerado y recae principalmente en las mujeres.
Implica ser responsable de una lista de actividades que permiten el funcionamiento cotidiano de una familia y del conjunto del hogar, entre ellas recordar lo que se debe hacer, cuándo y cómo. Planificar, gestionar y tomar decisiones sobre las tareas del hogar es trabajo, que en la mayoría de los casos se realiza diariamente sin distinguir si son vacaciones o no.
Sigue arraigada la idea de que las mujeres somos por naturaleza mejores para organizar el hogar. Esa noción refuerza la creencia de que debemos dedicar más horas y esfuerzo al trabajo de cuidados. Una tendencia que va en contra de promover estilos de vida igualitarios en sociedades complejas y diversas.
Tener carga mental implica que nosotras estemos en alerta y vigía constante para responder a todas las necesidades de niños, adultos y enfermos en casa. El impacto en la salud no es evidente para el resto, pero sí para nosotras. Aparecen síntomas físicos como el cansancio, agotamiento, falta de energía y alteraciones del sueño o falta de apetito y con frecuencia mucho, mucho dolor de cabeza. En el plano emocional aparecen irritabilidad, tristeza e insatisfacción.
La carga mental que es estrés con sesgo de género se mantiene aún en días de descanso, que no lo son para nosotras. También esto tiene que compartirse, valorarse y cambiar.
POR MTRA. CLAUDIA CORICHI
PRESIDENTA NACIONAL DE LA COLECTIVA 50MÁS1
@CLAUCORICHI
PAL