La vergüenza ha cambiado de lado (o de género), dice Gisèle Pelicot. Y sí, esta mujer se ha convertido en ejemplo para otras mujeres alrededor del mundo que han sufrido vejaciones a manos de los hombres. Su valentía está siendo inspiradora y su tragedia al menos ha permitido visibilizar el que, mismo en los lugares más “civilizados” del mundo, la violencia contra la mujer nos acompaña.
Sedada, inconsciente, Pelicot fue violada por su marido y los amigos de este durante años y en innumerables ocasiones. Él comercializaba ese acto. Cuando Gisèle finalmente se entera, constata la atrocidad, enfrenta la vileza de la que ha sido objeto durante tanto tiempo y decide denunciar. No se esconde; da la cara.
“Nosotras (las violadas) no somos quienes tenemos que sentir vergüenza; son ellos (los violadores) quienes deben mostrar que la tienen”.
La justicia en Francia condenó a su esposo a 20 años de prisión y las demás condenas para los otros 50 violadores van de entre los 13 a los 20 años. Gisèle derrotó a sus violadores, lo que evidentemente no quita ni borra la infamia de la que fue objeto, mas sí ayuda a concientizar.
Haciendo eco de su tragedia, es menester decir que en México la violencia contra la mujer es apabullante. 39 mujeres son violadas diariamente en el país (cifras del INEGI); en el sexenio pasado, 21,571 mujeres fueron asesinadas; 5,229 de estos homicidios se clasificaron como feminicidios. En promedio, diez mujeres fueron víctimas de homicidio doloso y feminicidio diariamente en nuestro país (Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública). Siete de cada 10 mujeres mexicanas han sufrido violencia; siendo las adultas mayores, discapacitadas y embarazadas las más violentadas. En el sexenio pasado, 389 niñas fueron asesinadas por razón de género. Esto es, solo por ser niñas.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe reportó, para el 2022, a Brasil como el país de América Latina con mayor número de feminicidios, pero México ocupa la segunda posición (y eso “gracias” a que solo el 25% de las asesinadas se investigan bajo protocolos de feminicidio, pues de otra manera ocuparíamos el primer lugar). Recordemos que en el 2018, Alejandro Gertz Manero indicó que los feminicidios se investigarían como homicidios dolosos porque a sus ministerios públicos les costaba mucho trabajo poder acreditar las razones de género...
El feminicidio de Oralia Pérez, abogada asesinada en el Viaducto de la Ciudad de México o el de Nancy Chi en Campeche son ejemplos de que este delito se está incrementando en virulencia y que cada día es más frecuente se realicen a plena luz del día.
No obstante lo anterior, en el paquete económico federal para 2025 se dieron recortes para acciones de lucha contra la violencia y se descobijaron programas con perspectiva de género. Lo que es más, ahora con la creación de la Secretaría de las Mujeres federal, las trabajadoras del CONAVIM que serían reubicadas en esta nueva dependencia, tuvieron que elegir entre firmar su liquidación en la anterior u obtener una nueva plaza con menor salario, perdiendo su antigüedad.
Para ser el gobierno donde “llegamos todas”, pareciera que alguien quiere hacer quedar mal a la presidentA Sheinbaum… Gisèle Pelicot es víctima, por supuesto que sí. Y al mismo tiempo también es ejemplo de que es menester denunciar cualquier tipo de violencia en contra de la mujer.
Ojalá que en la nueva secretaría del gobierno mexicano se diseñen propuestas inteligentes para atender y hacer justicia a las cientos de víctimas de feminicidios y violencia en México. Propuestas que logren hacer lo mismo que una valiente mujer en Francia: que la vergüenza cambie de bando; que se imparta justicia para que violadores, acosadores y feminicidas sean castigados. Lograr que los índices delictivos contra las mujeres se reduzcan en México.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
COLABORADOR
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM
MAAZ